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¿Globalización económica en Bolivia? No, gracias

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“Nacionalización sin indemnización” se escribió por todo el país durante la guerra del gas exigiendo la recuperación de los yacimientos de gas natural para el Estado. Uyuni, Bolivia. Foto: José Porras (Elemaki)  enWikimedia. Licencia  Creative Commons Attribution 3.0 Unported.

Abstract: Bolivia has lived in the past decade vivid demostrations of its rejection to economic globalization. It started in Cochabamba in 2000 with the ouster of the Bechtel Corporation and since then it has become national politics inforced by the government or by the people. This constant rejection has led to a path of nationalization of the natural resouces, especially gas.  However this must not mean that Bolivia is against the possibilities that the global technology might bring. The proof of it is that on December 20th the first bolivian satellite will be launched. So, Bolivia is not against globalization, we just want to handle it ourselves.

Crecimiento sostenible y sustentable es el sueño de hoy. Nuestros gobiernos y nuestros proyectos buscan indistintamente lograr ese futuro posible. Existen muchos caminos para llegar ahí, como a todas partes. Sin embargo el sistema nos marea y pensamos que opciones como la globalización económica son la única vía para el desarrollo. En Bolivia, la globalización económica no era vista con optimismo. Hoy en día tras haber consolidado la soberanía de los recursos naturales, tras haber establecido regalías apropiadas para el empresariado extranjero, y tras aplicar medidas productivas (especialmente en el agro) que nos permitan un rol más sólido en la economía regional, dicha percepción se ha transformado en una suerte de seguridad ante los mercados internacionales. Si existe globalización económica en Bolivia es más bien una “sudamericanización” económica, pues nuestro mercado más sólido se establece especialmente entre Brasil, Perú y Argentina. Esto no es casual pues existe un proceso ya histórico de rechazo a la presencia estadounidense y europea en la economía nacional en todo lo que vamos de siglo XXI.

Para la media de los bolivianos, la globalización se traduce en la presencia de empresas, consorcios y otras entidades extranjeras que desde su participación en el mercado y la producción pueden tener mayor o menor injerencia en la política nacional. Gran parte del siglo XX ha vivido esta constante presencia extranjera en la economía nacional. También hemos vivido la constante intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos, cosa nada rara para nadie. Este rechazo a manera de resistencia no es una simple posición de la población nacional, o una manifestación de desacuerdo. Con el tiempo y los constantes atropellos de grandes corporaciones, la resistencia a la globalización económica, especialmente a las políticas que vienen con ella, se convirtió en consigna nacional. De esta manera se abrió una nueva brecha política que condujo a Bolivia a la gran transformación que vivimos hoy en día.

Las guerras del agua y del gas en 2000 y 2003 respectivamente, terminaron con los gobiernos liberales en Bolivia. Con ello inició una nueva etapa en la política económica y especialmente en la forma en que los bolivianos nos sentimos con respecto a nuestros recursos naturales, que ahora queremos defender a toda costa, incluso de nosotros mismos. Las consignas que defendieron a Bolivia de esta intromisión económico-política se leían en todas las calles del país pero especialmente en Cochabamba, El Alto y La Paz como grafittis que continúan, diez años después, declarando una fuerte oposición al sistema globalizante de la economía internacional.

Guerra del agua:

Guerra del gas:

  • El gas para los bolivianos
  • No gas a Chile
  • El gas ni por Chile ni Perú, primero para Bolivia
  • El gas no se vende ¡carajo!
  • Fuera el gringo
  • Sin gas no hay paz
  • Nacionalización sin indemnización

El efecto de estas manifestaciones fue claro: Cochabamba expulsó del país a la multinacional Bechtel y la venta del gas a Chile fue sometida a referéndum popular por el cual se decidió no venderlo. McDonalds quebró y fue expulsada de Bolivia y se amenaza constantemente con lo mismo a Coca Cola.

En el 2006 nuevas políticas entraron en vigencia, políticas de nacionalización y de altos costos para los interesados en invertir en Bolivia, además (hay que decirlo) de una pobrísima seguridad jurídica para quienes se aventuren a hacerlo, pues siempre existe el riesgo de una nacionalización.

Lo que esto nos muestra es una persistente resistencia a los proyectos de ingreso de trasnacionales y a la posibilidad de perder incluso el derecho de administrar los recursos propios. Existe una percepción popular de que esto sería equivalente a una total pérdida de soberanía derivada de una memoria histórica marcada por la extracción constante de recursos naturales, primero por un sistema colonial y posteriormente por un sistema liberal manejado por unos pocos que se enriquecieron durante siglos. A ello se debe el triunfo del populismo socialista de Evo Morales, pues su programa político incluyó, desde el principio, la premisa de que los recursos naturales serían primero para los bolivianos y luego, de darse, para participar en los grandes mercados.

En este sentido, la fuerza de la globalización económica ha sido positiva, pues ha impulsado todo lo contrario. La nacionalización de los hidrocarburos ha generado una gran inyección económica que ha permitido un crecimiento económico asombroso. Asimismo, a nivel doméstico, la red de gas domiciliario es una realidad que poco a poco va transformando la calidad de vida de las ciudades. Habiendo hecho estos cambios es importante destacar que la lucha no es contra la globalización en sí, sino en contra de la política económica del mercado liberal, que pone a las empresas antes que a la gente. Por ello, no es que Bolivia no quiera participar de la globalización. Muy al contrario, este 20 de diciembre de 2013 se lanzará el satélite boliviano Túpac Katari que proveerá de comunicación garantizada a las áreas rurales alejadas y olvidadas del país. ¿Qué más global que un satélite propio?  Al final de cuentas lo que parece ser la consigna es: globalización sí, siempre y cuando esté en nuestras manos.

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