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Cómo romper la cadena de la desigualdad

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Una mujer vende pelotas viejas con su hija en la feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto - foto César Catalán

Abstract: The income inequality in Bolivia is a result of the little chances a person has to obtain a proper public education or job skills that might enable him or her to get a good job. This situation has caused the perpetuation of the lack of opportunities so poor people remain poor for several generations. Sadly the situation leads to a frustration environment in which there seems to be no light at the end of the tunnel since no serious economic transformations are being planned nor imposed. However, there is a chance that through the new educational reform young students will be able to learn a technical skill so that they can have a job as soon as they graduate and maybe that will give them the chance to break the chain of inequality.

Bolivia es uno de los países más pobres de Latinoamérica, el 20% de la población concentra el 60% del ingreso y el restante 20% no logra acumular ni siquiera el 5% de los ingresos. No ayuda que la economía se base casi exclusivamente en la exportación de materias primas que nos mantienen totalmente dependientes de un mercado externo sobre el cual no tenemos ningún tipo de control o influencia. Esto genera que ante las bajas en los precios internacionales los trabajadores recurran constantemente a la creativa  aunque cortoplacista solución del mercado informal. La economía boliviana tiene una de las más altas tasas de informalidad de América Latina: 67% de aporte del sector informal a la economía nacional seguido de Colombia (62%), Honduras (56%) y Perú (56%). Estas cifras responden a su vez a que prácticamente un 80% de la población boliviana se dedica al trabajo informal.

Las cifras son impactantes y su peso al hablar del tema es indiscutible, sin embargo es importante también asociar este panorama de análisis estadístico con una evaluación del impacto psicológico que tiene la ocupación en la vida personal y familiar. Dadas las crecientes dificultades para conseguir y mantener un trabajo, no sólo en Bolivia sino en diversas regiones del mundo, el rol que tiene el trabajo en la estabilidad emocional y psíquica de una persona es cada vez mayor.  No en vano Sloterdijk equipara la pérdida de un trabajo, a la pérdida de un ser querido. El duelo y el vacío son similares y aunque el filósofo alemán se refiere a su sociedad, qué podemos decir de las nuestras, en las que no existe ningún tipo de seguridad social para el desempleado y donde perder el puesto de trabajo literalmente significa poner en riesgo la subsistencia de toda la familia. Esto explicaría por qué si el 2011 se registró un aumento en los empleos, la sensación de que no existe forma de conseguir un trabajo se mantenga latente en la sociedad boliviana. El impacto del desempleo de años pasados y la interminable desigualdad han afectado la percepción general sobre el tema y un leve aumento en la oferta laboral no logra revertir este sentimiento generalizado.

La perpetuación de este fenómeno, tanto en la vida de una persona, como en la de sus descendientes genera una frustración que podríamos llamar crónica. Entonces uno se pregunta: ¿cuánto tiempo más puede aguantar un país así? El proceso de cambio que viene de la mano de Evo Morales ha subsanado algunas sensaciones de desamparo a través de los bonos, estos gracias a los elevados precios del mercado internacional para nuestras materias primas. Regalar plata a la gente no es lo mismo que invertir en políticas a largo plazo aunque los bonos permitan una reactivación de la economía y abran oportunidades para la mejor subsistencia.

Ante este escenario la mejor opción de cambio es definitivamente la educación por un lado, y la transformación de la economía por el otro. El primer punto está siendo enfrentado con la nueva reforma educativa que busca ofrecer a los estudiantes la posibilidad de obtener un oficio a nivel técnico al salir del colegio. El sistema educativo boliviano siempre se ha ocupado más por la inclusión lingüística que por la formación de estudiantes para el mercado real de posibilidades en Bolivia. Esperamos que esta nueva iniciativa tenga los efectos positivos que esperamos. Que la juventud tenga una nueva forma de experimentar la vida a través del conocimiento de un oficio y que esto les permita romper la cadena y darles mejores oportunidades a sus hijos y nietos.

 

 

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