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Estatalizar la industria: la respuesta boliviana a la falta de mercados libres

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Prenda de vestir hecha en Bolivia

Prenda de vestir “made in Bolivia”. Foto de la autora.

 

Abstract: Since the closing in 2008 of the Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act, ATPDEA, Bolivia’s textile industry has fallen to pieces. The biggest company of them all, Ametex, was the most visibly affected, reducing exportations to less than a half and thereby leaving thousands of workers unemployed. The government of Evo Morales has also failed to provide new market opportunities or special tax reductions to cushion the impact for the industry. It has taken too long and only last year the state has created a new company to rend and ultimately buy Ametex and continue providing jobs for over 2,000 people. Quantity and quality however, have been lost along the way.

Hace aproximadamente un año se cerró en La Paz la empresa textilera más grande de Bolivia. América Textiles S.A., Ametex, debió su gran crecimiento al ATPDEA (Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas por sus siglas en inglés, que cerró su ventana de arancel cero en 2008). Su estrepitosa caída se debe a la falta de nuevos mercados internacionales. El deterioro en el acceso a los mercados por políticas gubernamentales provocó el incremento de las deudas de la empresa tanto con el gobierno (impuestos) como con sus propios empleados que se contaban en más de 2,000. Las ventas anuales de Ametex antes del cierre del ATPDEA ascendían hasta a 35 millones de dólares, 77% de lo cual correspondía a exportaciones.

Para inicios del 2012 la empresa ya estaba en situación de quiebra de acuerdo con un informe de la calificadora AESA, asociada a Fitch Ratings. Marcos Iberkleid, mayor accionista de la empresa, aclaró en ese momento que la situación se debía a que tras el cierre del ATPDEA las exportaciones habían bajado de 30 millones a 13 millones de dólares. Analistas como Julio Alvarado consideraron en su momento que el gobierno tenía parte de responsabilidad en el riesgo laboral en el que estaban entrando los trabajadores de Ametex. El año 2011 fue muy duro para el mercado textil porque Suministros Venezolanos Industriales, el nuevo destino de exportaciones,  tardó “un poco más de lo normal en pagar”.

Sin darle muchas vueltas, Ametex quebró por la falta de mercados, la caída de los precios derivada de la crisis del norte occidental, el cierre del ATPDEA  y la inhabilidad de sustituir estas faltas. En junio de 2012 la empresa fue “sustituída” por la estatal Enatex, creada para proveer trabajo a los empleados de Ametex y la cual empezaría a funcionar alquilando las instalaciones de la privada, hasta que se pudiera concretar la compra completa de la empresa por parte del Estado. Lamentablemente, casi a un año del traspaso, recién hace un mes se lanzó la línea de ropa básica de Enatex, que no se acerca a Ametex en diseño y calidad.

Sobre esta transición, la socióloga Fernanda Wanderley, hace muy acertadas preguntas, la primera de las cuales plantea ¿por qué le iría mejor al Estado como empresario que al empresariado profesional?, cuestionando la decisión del gobierno de crear la empresa estatal en vez de haber dado un soporte económico a los empresarios que habían llevado Ametex al éxito de los principios de los 2000. Además, Wanderley alerta sobre un futuro poco promisorio: Venezuela hizo lo mismo con muchas empresas y ya vemos lo que quedó, poco o nada de una pujante industria nacional, niveles sorprendentes de importaciones y sobre todo, de escasez de productos. A todo esto, mientras pensamos que sería la mejor decisión y optamos por que el Estado tome las riendas, ¿quién se beneficia? Brasil y su poderosa industria que todo lo abarca por estas latitudes.

Actualmente Bolivia cuenta con una serie de acuerdos comerciales, cuya pertinencia no siempre es la más alta considerando que existen tratados vigentes con países con los que no existe un mercado real, como con Noruega. Los mercados que se perdieron con las preferencias arancelarias del ATPDEA y la política neoliberal de los gobiernos anteriores al de Evo Morales, han generado un vacío que se ha intentado suplir con otros latinoamericanos, pero ha sido muy difícil salvar los aranceles y sobre todo, la burocracia regional.

Como aliado político de Bolivia, Venezuela ha sido el mercado al que se ha apuntado con mayor énfasis pero con muy pobres resultados. Tanto así que el pasado mes de mayo se concretó un tercer despacho, en lo que va del año, de productos textiles a Caracas por un monto de 2.5 millones de dólares, cifra que dista mucho de los 30 millones o incluso los 13 millones que exportaba Ametex incluso en crisis. De ahí que este caso sea emblemático para el empresariado y la industria bolivianas.

Las posibilidades de participar en un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos u otros países de la región han sido descartadas por los riesgos que esto implicaría para la producción nacional. Por ello el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) fracasó dando paso más bien a la creación del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos) que por el momento es una alternativa más real en el Caribe que en la biodiversa Bolivia.

Este es uno de los motivos por los cuales el actual gobierno está haciendo los mayores esfuerzos por ser ratificados como miembro pleno del Mercosur, que a nivel regional salvaría los problemas arancelarios que sufren las exportaciones bolivianas y además aportaría con nuevas posibilidades de mercado más allá del continente. En lo interno, no han habido mejoras en las políticas impositivas ni estímulos a las empresas, grandes, medianas o pequeñas, al menos no en el área textil, y no se ha logrado restringir el ingreso de ropa de contrabando al país. Ante ello y como en otras áreas, el Estado ha optado por intervenir e invertir, convertirse en el empresario, como con los alimentos (Emapa), los lácteos (Lacteosbol), el azúcar (Easba), el papel (Papelbol), el cemento (Ecebol) y la comercialización de las almendras (Eba).

 

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