Recordatorio en el día de la mujer
For me, the International Women’s Day, more than a celebration is a reminder.
Reminder that women who today enjoy education, a career, professional respect, access to services and media, as well as a life without physical or psychological abuse, have a responsibility towards women that don’t enjoy those privileges in a good portion of the world. In some cases, because cultural and/or religious reasons that sometimes transcend the legal frameworks of the countries where they live. But those countries, are not necessarily the object of obscure and retrograde governments, they are, actually, almost all the countries in the world and they are also the country of oneself where despite advanced legislation, decrees and policies, women still suffer violence against they genre not just through domestic abuse but also language, condescension, labor discrimination and social pressures.
The discussion of women’s rights is still on. Laws and paradigms are not enough, the commitment and responsibility are for those rights to not be anymore a matter of discussion in the future, but because they will be already assumed and tacit by then.
El día internacional de la mujer, más que una celebración para mí es un recordatorio.
Recordatorio de que las mujeres que hoy día gozamos de educación, carrera, respeto profesional, acceso a servicios y medios, así como una vida sin abusos físicos ni psicológicos; tenemos una responsabilidad para con aquellas mujeres que no gozan de esos privilegios en una gran parte del mundo. En algunos casos, por razones culturales y/o religiosas que a veces trascienden los marcos legales de los países donde viven. Pero esos países, no son una ficción por lo lejanos, ni son necesariamente objeto de oscuros gobiernos retrógrados, sino son casi todos los países del planeta y son también el mismo país de uno donde a pesar de legislaciones de avanzada, decretos y políticas, las mujeres siguen sufriendo la violencia en contra de su género no sólo a través del abuso doméstico sino de la palabra, la condescendencia, la discriminación laboral, las presiones sociales.
Mientras viví en Bangladesh, tuve contacto con mujeres admirables que hacían lo posible por darse mayores oportunidades a sí mísmas y a sus hijas. Las conocí a través de la iniciativa de la ong Nari Jibon, la cual por desgracia cesó de operar. Esa experiencia, me hizo apreciar por comparación la situación cotidiana para muchas mujeres en Latinoamérica, la cual en esencia no es tan diferente a pesar de obvias divergencias culturales y religiosas. El trabajo constante por tener voz, desarrollarse profesionalmente, cubrir las necesidades familiares, darle a los hijos educación, por ayudar a la comunidad, es intenso y cuesta arriba en cualquier parte. El sentido de propiedad sobre la mujer, su cosificación siguen presentes a pesar de los avances, pero es algo de esperarse cuando el cambio en referencia a su estátus legal y de derechos tiene apenas unos 100 años en el mundo occidental -desde que se le permitió por primera vez a la mujer votar- y en muchos casos menos dependiendo del país.
No pretendo, por supuesto, victimizar a las mujeres en este breve escrito. Las verdaderas víctimas son las que no pueden hablar. Y las mujeres que pueden hablar, actuar y superar obstáculos no son víctimas de nada ni nadie. Un buen número de mujeres lo hacemos porque hemos superado prejuicios, paternalismos, y condescendencias suficientes para entender que no podemos dejar de ser conscientes de que aún existen y de que no habrá verdadera igualdad y respeto hasta que sean erradicados. Los obstáculos culturales y/o religiosos se presentan en una cuesta empinada, pero no imposible de superar.
La discusión sigue al día. Son muchos los asuntos pendientes: derecho a decidir sobre la maternidad, derecho al divorcio, defensa frente a la violencia doméstica y social, discriminación laboral, acceso a la educación, educación sexual y anticonceptivos, legislación equitativa, entre muchos otros. Dentro del respeto y la diferencia de opiniones, la médula del asunto sigue siendo si la mujer tiene o no ciertos derechos. El recordatorio: que no son suficientes leyes y paradigmas, que el compromiso y la responsabilidad son contribuir para que esos derechos ni se discutan en el futuro porque ya serán cosa asumida y tácita.
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