Sobre cómo el empleo es un juego de azar
Abstract: The rules under which employment is framed are a mystery to me, the criteria on experience and preparation are always contradictory: you don’t need to have experience, yet you need it if your CV is to be considered; competitiveness has created a game in which “anything goes” – strategies prevail over honesty and professional ethics. In Colombia the probabilities of getting a job depend on the degree of education, therefore highly educated people are supposed to have better and well-paid jobs; sadly access to education in a country such as this is reduced to a minority. But even if you have a profession, it will always depend on the field of work, and you will have to be very patient, for the elapsing time from graduation to getting hired is of about a year. Besides all this, young people can’t find jobs because there is no generation substitution in such a generally young population, and retired people can’t actually retire with dignity and see with anguish the day that they won’t be needed anymore. Is finding a job a matter of luck or effort?
Las reglas por las que se rige el mercado laboral hoy en día son un misterio para mí. Los criterios en cuanto a la experiencia y la preparación son contradictorios. No es necesario tener experiencia y al mismo tiempo sí lo es. Es mejor tener una profesión pero depende mucho cuál y nada de lo anterior es garantía para obtener un buen trabajo (no sólo desde el punto de vista salarial sino profesional y de satisfacción personal), mucho menos para conservarlo. Las instituciones educativas y las empresas hacen énfasis en la competitividad e incluso recompensan las estrategias del “vale todo” frente a las de honestidad y ética profesional. La búsqueda de empleo se convierte así en un estado de naturaleza donde definitivamente no sobrevive el mejor, sino el “más vivo”; y además está la sensible situación de jóvenes que no logran emplearse porque el mercado laboral está copado por personas que cada vez deben tener más edad para poder jubilarse.
El mercado laboral en Colombia
Cuando un joven se enfrenta a ese mercado laboral el primer obstáculo que se le presenta es el de la experiencia: ¿cómo puede uno tener experiencia si nadie le da una primera oportunidad de obtenerla? Pero la experiencia no garantiza el acceso al empleo ni un mejor salario. En un país como Colombia, en el que puede decirse que la mayoría de la población es económicamente activa y se encuentra dentro del rango de edad laboral, la tendencia de empleo hoy en día no ofrece estabilidad y la precariedad lleva a una gran mayoría de personas a aceptar trabajos para los que están sobre calificados, que son ajenos al campo de su formación, mal pagados e incluso están dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para preservar un mal empleo. La política de las empresas es miope respecto a la inversión en el capital humano, pues la reducción de los costos es a costa de los empleados: no sólo evitan la responsabilidad de asumir las contra prestaciones sociales sino que no invierten en sus empleados como el factor de producción que más potencial tiene. Los contratos son de servicios o por término definido, muchos de ellos no contemplan las contra prestaciones sociales (aportes a pensiones, salud y cesantías) y parte del salario es consignado “por debajo” para evitar el excesivo pago de impuestos; esto termina por imponer un peso al empleado que muchas veces le es imposible de asumir. Lamentablemtne las empresas no son del todo conscientes de que gran parte de su éxito depende del bienestar de sus empleados.
En Colombia, la tasa de población joven (entre 14 y 26 años) empleada es de aproximadamente 44,9% y la tasa de desempleo de 18,7%. El Observatorio Laboral del Ministerio de Educación Nacional muestra datos muy interesantes, por ejemplo, que los salarios son muy disímiles según la profesión y sólo un 60% de los graduados logra obtener un empleo y se demora por lo menos un año en hacerlo. Existen estudios sobre las carreras que aún tienen demanda frente a los que pueden decirse mercados de profesionales que están saturados, por ejemplo el de abogados, mientras que los ingenieros son los que aún tienen buena proyección laboral; sobretodo los ingenieros de petróleos. El mercado laboral es bastante cerrado para los jóvenes profesionales, sin embargo existe la opción -sobretodo para la gran mayoría de jóvenes que no logra ingresar a las universidades públicas- de dedicarse a un oficio, o aspirar a un grado de técnico y tecnólogo. El Servicio de Educación Nacional, SENA, tiene una oferta amplia de este tipo de preparación para el mundo laboral y se convierte en una de las opciones más solidas para jóvenes de escasos recursos. En general estas personas logran ubicarse laboralmente, aunque sus salarios son muy bajos.
Según datos oficiales del Departamento Nacional de Estadística, la tasa de ocupación por título alcanzado para 2011 fue 49,3% para aquellos que no tienen ningún título, 63,8% para bachilleres, 76,6% para técnicos o tecnólogos, 80,5% para universitarios y 87,6% para postgrados. Las estadísticas muestran que las opciones de ocupación laboral son más optimistas para quienes tienen un grado de educación superior; lamentablemente esta situación se presenta para un número muy reducido de la población. La siguiente tabla muestra datos interesantes sobre la ocupación de la población según el nivel de educación
Ocupación según el nivel de educación
Es claro que el mercado laboral también depende de la política que adopta el gobierno para generar empleo e incentivos laborales. Por ejemplo, la mayoría de las becas y apoyos estudiantiles están destinados a carreras que tengan que ver con la innovación y la tecnología; las empresas reciben mayores beneficios fiscales si apuntan al emprendimiento y a la innovación. A su vez, muchos de los que consiguen trabajo lo hacen en sectores distintos a los de su formación. Así, un profesional puede aumentar las posibilidades de lograr conseguir un empleo, pero no le resultará más fácil que a quien no tiene una profesión.
La opción del cambio generacional
Desde hace meses el país está considerando la aprobación de una reforma pensional. Dentro de los puntos de reforma estaría aumentar la edad de jubilación -que actualmente es de 60 años para mujeres y 65 años para hombres-, con el objeto de reducir la brecha demográfica, pues el tiempo de cotización dura en promedio entre 20 y 25 años (en el mejor de los casos en los que la persona no ha estado desempleada durante ese tiempo) y el tiempo de disfrute pensional oscila entre 25 y 30 años, con una tendencia a alargarse debido a que la expectativa de vida aumenta. Es decir que según las estimaciones una persona puede tener incluso menos años activos en los que en el mejor de los casos cotiza para su pensión, que los que realmente pasa en retiro. Es claro que si se aumenta la edad de jubilación, se reducirán los años de retiro del promedio de la población haciendo más sostenible el régimen; pero al mismo tiempo esto implica la reducción de oportunidades para los jóvenes, por alargar el tiempo en el que puede darse una sustitución generacional del empleo. Entonces, independientemente de la apuesta por la educación que le pueda dar a la persona mejores oportunidades laborales, es de esperarse que exista un represamiento en los cupos de la fuerza de trabajo, lo que alargaría el tiempo de espera y búsqueda de trabajo para las generaciones jóvenes.
Esta situación es muy compleja en la sociedad: la frustración de jóvenes profesionales que no logran encontrar empleo es sólo comparable con la de los mayores que son dados de baja cuando aún se sienten productivos y pueden serlo realmente. Esta realidad parece ser mundial; aunque la diferencia está en que la mayoría de los países ricos ha logrado cubrir a la mayoría de los jubilados, mientras que en los países en vías de desarrollo, los empleados son cesados en sus funciones sin contar con un plan de retiro o de jubilación y si logra obtenerla. Un empleado que gana menos de 200 dólares, no puede darse el lujo de hacer aportes al sistema de pensiones ni ahorrar para cuando no esté en capacidad de seguir trabajando.
Las cifras son alarmantes: sólo el 25% de la población en edad de jubilación realmente goza de una pensión, que por lo general es una suma irrisoria que no es suficiente para vivir dignamente. Puede decirse entonces que el restante 75% depende básicamente de formas alternativas de buscar el sustento o de la solidaridad familiar.
Me parecía pesimista la afirmación de que conseguir un buen empleo es como ganarse la lotería, pero no es tan pesimista si se tiene en consideración lo aleatorio que puede ser lograrlo. ¿Depende de la experiencia? ¿De la creatividad? ¿De la suerte? ¿De los contactos familiares? Ciertamente el mercado laboral obedece a lógicas complejas donde el mérito y el esfuerzo son muy importantes, pero no una garantía.
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