El agronegocio soyero: ¿a quién alimenta?
Abstract: The Bolivian government is planning to expand the agricultural border from 3 million hectares to 13 million in twelve years. This raises two big questions: Where will these extra ten hectares be located? And what will be grown in them? If it is soy, as in the 37% of the total agricultural land in Bolivia, then the government won’t be able to ensure the local food suply. On the other hand they will most definitely endanger our natural reservoirs. Nowadays, Bolivia imports 296 million dollars in food and other agricultural products that ironically, we produce in a much smaller scale.
En Bolivia existen tres millones de héctareas cultivables. De este total, un 37% corresponde al cultivo de soya. Sin embargo, este cultivo está siendo cuestionado ya que alrededor del 80% de la producción está destinada al alimento de ganado en el exterior cuando, según los críticos, se debería cultivar alimentos para la población boliviana y así ayudar a garantizar la soberanía alimentaria. Además es importante agregar que gran parte de esta soya es transgénica.
El gobierno boliviano tiene, como plan estratégico, garantizar la soberanía alimentaria para el futuro. Sin embargo, por el momento somos un país que produce para exportar, no sólo gas y minerales, sino también productos agrícolas. Bolivia importa todo tipo de alimentos que se podrían cultivar a nivel local, como el trigo que se importa de los Estados Unidos.
En la primera mitad del 2013, las importaciones alimentarias han significado 296 millones de dólares. Si bien el ingreso por la exportación de soya podría equilibrar el gasto que se realiza en la importación de alimentos, la meta es poder alimentar al país con lo que se produce localmente y no depender de la importación de alimentos. Por lo tanto, es importante plantear este debate ante las propuestas de expandir los cultivos soyeros que benefician sólo a los grandes empresarios.
Esta situación se conflictúa aún más cuando consideramos dos de los planteamientos del gobierno en su llamada Agenda 2025 o plan estratégico para los siguientes 12 años. Esta agenda plantea la expansión de la frontera agrícola de los tres millones de hectáreas actuales a trece millones de hectáreas. Lo primero que me pregunto es ¿dónde estarán ubicadas esas 10 hectáreas adicionales? Esa ampliación tan imponente, que triplica el actual área de cultivo, será con seguridad una avanzada dentro de las áreas protegidas de Bolivia, como sucede actualmente con el Polígono 7 (como se ha denominado al área) en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Esto iría en contra de varios postulados del gobierno y sus políticas de vivir bien y de proteger a la Madre Tierra, ya que dichas estrategias de desarrollo y agroindustria responden a un modelo ya probado de extractivismo extremo y reprobado por los ideólogos del Estado Plurinacional.
Ademas de la futura ubicación de las nuevas diez millones de hectáreas a ser cultivadas, lo que debe ocuparnos más es qué se cultivará en ellas, si serán monocultivos y si éstos serán para la exportación o para el abastecimiento del mercado interno.
Los agroindustriales defienden la propuesta del monocultivo masivo con la idea de que esto abre la posibilidad a los pequeños productores. Por eso les incomoda que los informes revelen que es casi imposible para los campesinos lograr acceder a la tierra y mucho menos competir con los grandes industriales. La falta de acceso es sólo un factor ya que los que lo han logrado ahora se enfrentan al problema de que sus tierras están contaminadas con químicos de los fertilizantes que se utilizan en la gran industria. Este es el caso del municipio de Cuatro Cañadas, en el departamento de Santa Cruz, donde el investigador de la Fundación Tierra, Enrique Castañón, ha investigado esta situación a detalle, concluyendo que este tipo de proyectos de gran magnitud tienen poca sostenibilidad social y ecológica.
Este municipio, a pesar de estar en tierras de cultivo, tiene un grado de vulnerablidad media en la medición de seguridad alimentaria, por lo mencionado en cuanto a la accesibilidad y calidad de los suelos. La lógica que domina el uso de la tierra en el vasto oriente boliviano es la del lucro, no la de la producción alimenticia. Así, tanto los grandes como algunos medianos agroindustriales perciben muy buenos ingresos. Sin embargo los pequeños productores no reciben buenas ganancias. En muchos casos trabajan fumigando los cultivos y arriesgando su salud. Además deben consumir productos importados que, por ende, son más caros.
La soya es más rentable que un cultivo alimenticio, por lo tanto, mientras se contemple la expansión de la frontera agrícola desde esta perspectiva, se pone en serio riesgo la seguridad alimentaria y la estabilidad productiva de los medianos y pequeños productores.
Ampliación:
La Fundación Tierra, en asociación con otras organizaciones similares, organizaron el II Foro Andino Amazónico, que tocó todos estos problemas en profundidad. Para escuchar las ponencias en audio, sigue el siguiente enlace:
http://www.goear.com/embed/playlist/153ff3f
Para leer el informe final:
http://foroandinoamazonico.org/images/documentos/memoria-foro-amazonico-2012.pdf
Tags: bolivia, Foro Andino Amazónico, Frontera agrícola, sostenibilidad, soya