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Destrucción natural: Un camino sin retorno

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Abstract: The concept of modern development is frequently linked to the destruction of nature. The actual government of Colombia is strongly betting for mining exploitation, as a means to reach development. Colombia is a rich country in biodiversity and it still has virgin places of outstanding beauty and natural richness, which are threatened by projects that search for the economic development of the country. It is urgent for us as citizens, to understand how important it is, to preserve these places as the treasures they are; for if we continue destroying them, the day will come when the only thing left for us will be their memories, and we will not be able to do anything to recover them.

El hombre con su concepto de “desarrollo” está destruyendo en muy poco tiempo y a gran velocidad lo que la naturaleza y la evolución han creado en millones de años.  De todas las especies que habitamos la tierra, los seres humanos somos los únicos que causamos desequilibrios en la naturaleza. Talamos bosques, ensuciamos aguas de  ríos y océanos, contaminamos el aire y hasta causamos la extinción de otras especies.

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Muchos lugares de Colombia peligran de ser explotados por acuerdos mineros. En estas fotos mostramos algunos de ellos, donde no sólo están en peligro paraísos locales sino también su fauna y su flora. Fotos de Álvaro Moreno Hoffmann y Lee Kujawski, usadas con su autorización expresa.

 

En Colombia, el actual gobierno le ha apostado a la minería como una de sus principales cartas  en la búsqueda del “desarrollo”. Para nadie es un secreto los graves efectos de la  minería hacia el medio ambiente. Sin embargo, para nuestros gobernantes y gran parte de la población, el progreso económico es más importante que proteger el medio ambiente.

Hace pocos meses, el presidente Santos declaró 17,6 millones de hectáreas del país como “reserva estratégica minera”; éstas están ubicadas en los departamentos del Chocó, Amazonas, Guaviare, Guainía, Vaupés y Vichada, de las cuales se espera extraer minerales apetecidos como uranio, coltán, oro, hierro y platino. Esto, sumado a los casi 9.000 títulos otorgados por el gobierno anterior, sin respetar parques nacionales ni reservas indígenas, muestra un escenario muy preocupante para los próximos años.

La minería no es la única amenaza para el patrimonio natural colombiano. La tala indiscriminada de bosques, el crecimiento de los monocultivos, el turismo, la construcción de carreteras, las fumigaciones con glifosato, entre otras, son actividades que representan una seria amenaza  para nuestros ecosistemas.

Colombia cuenta con lugares únicos en el mundo, que por su biodiversidad y belleza natural, deberían ser considerados   tesoros intocables. Un  ejemplo es el Tapón del Darién, selva tropical ubicada al norte del litoral pacífico colombiano. Ésta se encuentra amenazada  por  intenciones de construir proyectos  de “desarrollo” como canales interoceánicos, la carretera panamericana, carreteras regionales y puertos comerciales entre otros.

Esta selva es un lugar invaluable sencillamente porque es un escenario lleno de vida y la vida no tiene precio. Ninguna suma de dinero podría  pagar lo que ahí encontramos. Según estudios de Parques Naturales Nacionales de Colombia, en esta selva  podemos encontrar por lo menos 550 especies de vertebrados, 412 aves registradas y 60 clases de anfibios;  además, el 25 por ciento de las especies de plantas y animales que habitan allí son únicos en el planeta.

Precisamente lo más valioso de esta espesa selva es lo poco que ha sido afectada por la mano del hombre, pues al estar completamente aislada vía terrestre del interior del país, ha permanecido prácticamente virgen. Si  construimos una carretera a través del Darién para el desarrollo turístico, acabaremos precisamente con su mayor atractivo, su virginidad, y eso es algo que no se puede recuperar. Los devastadores efectos de una carretera atravesando la selva son obvios. Sería el principio del fin del Darién.

Paradójicamente, la guerra interna que  vive  Colombia, hace más de 40 años, de alguna manera ha ayudado a mantener esta selva y muchos otros paraísos intactos, pues la presencia de grupos guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes  ha mantenido al margen a inversionistas y turistas.

Es absurdo que este concepto de “desarrollo” del mundo “moderno” vaya de la mano con la destrucción de la naturaleza, pues estamos acabando con nuestro planeta y por ende con nosotros mismos. ¿Que tiene esto de desarrollo? ¿Qué tiene de inteligente?

Tenemos que entender que existen tesoros naturales más valiosos que cualquier suma de dinero, que son muy frágiles y que tenemos que cuidarlos, pues una vez destruidos, no existe marcha atrás.

Qué lindo sería un gobierno que tuviera como prioridad la protección del medio ambiente, que fuera pionero en tomar medidas drásticas para salvar el planeta y que sirviera de ejemplo de educación ambiental al resto del  mundo. Qué lindo sería que fuera Colombia…

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Antonio Filipok

I was born in Bogotá (Colombia) in June 28, 1984. Before being two years old, my parents moved with my older sister and I to Cartagena de Indias, on the Colombian Cariebbean shore. There I grew up, went to school and graduated from high school. When I was 12 years old I learned to surf. In 2001, when I was 17, I became the national surfing champion in the junior category (ages underneath 18). I studied Publicity at the University Jorge Tadeo Lozano in Bogotá and I graduated as a professional publicist. In 2008, after having graduated as a publicist, I dedicated myself to work as freelancer so that I could also focus my life in surfing, since it is my deep passion. In 2010 I decided to dedicate myself completely to surfing. Since then I have been searching for shores in South America with good waves, where I can also work to support myself doing free surfing.