El resurgimiento del terrorismo en el Perú
Abstract: Many speeches have been given about the importance of people knowing their history, and the issue of armed conflict in Peru is no exception. Two thousand and twelve in particular has been a year in which the issue of terrorism and terrorist group Shining Path has strongly resurfaced. Citizenship has an evident concern about serving sentences of those convicted in the 90’s, and about the existence of groups like MOVADEF associated to terrorist ideas, which has sought to register for elections.
It is not possible to say that there is a state of internal war as in the 80s, but the increase in drug trafficking and the mentioned evidence about the resurgence of terrorism may lead the country in the near future to that intermediate state of quiet or undeclared war. The local media have been stressing about the subject from different angles and with different agendas, but in any case the democratic peace is threatened. Will there be a need of a big military deployment to eliminate terrorist outbreaks in the country? Can unarmed men combat terrorism? This post presents the backgrounds regarding this situation. (Read entire article in English here.)
Durante los años 80 y 90, el Perú se vió asolado por el terrorismo, principalmente por las agrupaciones Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), pero también, y en una medida nunca claramente determinada, por las violaciones a los derechos humanos en las que incurrieron los diversos gobiernos que tuvieron que enfrentarse al terrorismo.
En 1992, con la captura de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, empezó a decaer la presencia de esta agrupación, que volvió a recibir otro golpe con la captura de Óscar Ramírez en 1999. Por otra parte, el MRTA disminuyó su accionar luego de la captura en 1992 de su líder Víctor Polay y la muerte en 1996 de su reemplazo Néstor Cerpa Cartolini durante los sucesos de la toma de la Embajada de Japón, realizada por el MRTA en 1996.
Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) 69,280 personas murieron o desaparecieron producto del terrorismo entre los años 1980 y 2000. Sin embargo estas cifras han sido bastante discutidas desde diversos sectores políticos y no hay consenso al respecto hasta la fecha, como tampoco lo hay con la labor de la CVR en sí, lo que de alguna manera evidencia que las heridas dejadas por los años de terrorismo no han sido adecuadamente sanadas ni se ha llegado a un acuerdo nacional al respecto.
Por otra parte, si bien la propaganda oficial durante los últimos tiempos había incidido en el fin del terrorismo y los esporádicos ataques que se dieron a lo largo de esos años fueron manejados sólo como “narcoterrorismo”, probablemente con el fin ulterior de tranquilizar a la población y no espantar la inversión extranjera, la realidad ha sido algo diferente.
Veamos por ejemplo, el caso de la zona del VRAE (Valle de los Ríos Apurímac y Ene), que ha permanecido como un bastión de los remanentes de Sendero Luminoso, donde éstos se han estado desplazando sin ninguna limitación, siendo el terrorista conocido como el Camarada Artemio el líder de estas huestes, hasta su captura en febrero del 2012.
A pesar de este golpe, no ha disminuido la presencia de elementos terroristas en la zona; es más, ahora para efectos de la lucha contra el narcotráfico se le conoce como VRAEM pues se está incluyendo en la zona militarizada al valle del río Mantaro debido a la cantidad de sembríos de coca que hay allí.
Pero un hecho más ligado al resurgimiento del terrorismo propiamente dicho, es la formación en el año 2009 de la agrupación MOVADEF, “Movimiento Por Amnistía y Derechos Fundamentales”, que está considerada como una fachada de Sendero Luminoso. El pasado mes de enero esta agrupación intentó inscribirse como partido político pero finalmente desistió, lo que no significa que no siga en actividad. Recientemente se ha conocido además de una reunión del MOVADEF en Ayacucho donde dicen, no se descartó el retorno a la lucha armada.
Una de las cosas que más sorprende de MOVADEF es la existencia de jóvenes que simpatizan con su postulado, abiertamente “marxista-leninista-maoísta-pensamiento Gonzalo” (“Presidente Gonzalo” fue el alias de Abimael Guzmán). Un aspecto clave en esto es la creciente presencia de Sendero Luminoso, o MOVADEF, en las universidades de Lima, y también en otras universidades del resto del país, pero también la falta de memoria histórica sobre los años del terrorismo, como si una gran parte del país hubiera preferido olvidar lo sucedido sin reflexionar al respecto.
Una organización que estaría funcionando como brazo de Sendero es el CONARE-SUTEP (Comité Nacional de Reorientación y Reconstitución del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú), un gremio magisterial surgido del SUTEP, la agrupación que desde hace 40 años representa a los maestros en el Perú y la responsable de numerosos paros y huelgas. Un reciente informe periodístico indica que el CONARE-SUTEP se habría dividido en dos facciones, ambas de filiación senderista.
Por otra parte está la complicada situación de que varios de los líderes senderistas condenados por terrorismo irán adquiriendo su libertad en los próximos meses y años al cumplir sus condenas. Entre los casos más saltantes está el del número 2 de Sendero Luminoso, Osmán Morote, quien cumple su condena en junio del 2013.
Todos estos factores combinados hacen que la sociedad en su conjunto esté preocupada por lo que se ha dado en llamar el resurgimiento del terrorismo. Adicionalmente se tiene que a pesar del crecimiento económico del país, algunas de las condiciones que dieron origen a estos movimientos, tales como la pobreza y una profunda desigualdad social, así como difícil acceso a mejores condiciones de vida, condiciones patentes sobre todo en las comunidades campesinas alejadas de la sierra y en las periferias de las grandes ciudades de la costa, persisten, originando descontento en varios sectores de la población.
También influye en esto el hecho ya mencionado de que las nuevas generaciones desconocen mucho de lo que sucedió en los años de terrorismo y son presa fácil de la engañosa prédica proselitista. Se hace claro que el Estado y la sociedad civil deben participar coordinadamente en poner un freno al crecimiento del terrorismo en todos sus frentes, sobre todo en el político, pero también en producir leyes consensuadas que enfrenten adecuadamente este problema. ¿Será la frágil democracia peruana lo suficientemente madura como para soportar un nuevo embate terrorista o como para admitir opciones radicales en democracia? El tiempo lo dirá, pero no se aceptan apuestas.