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Empoderamiento femenino en Bolivia: Una deuda pendiente

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"Cholita" boliviana

Cholita boliviana. Foto de Hugo Néstor Quispe Saire, en Flickr. CC BY 2.0.

Abstract: Women in Bolivia have been isolated from public life for over 120 years. It was only in the middle of the 20th century when the situation began to change and women were given a bigger say in Bolivian affairs. Over the past decades there has been significant milestones and it is clear that the country is attempting to go in the direction of achieving gender equality. However, Bolivia is very far from reaching this goal; women in the rural areas of the country are still systematically discriminated due to a lack a comprehensive public policy which, through education, changes the mindset of the people. The symbolic victories in politics must not be confused for actual achievements on the road to equal opportunity for women.

El aislamiento de la mujer boliviana del proceso político nacional no ha sido la excepción sino la regla. Pese a haber sido muy importante en el proceso independentista y en la posterior consolidación del Estado nacional, las mujeres han sufrido constante y sistemática violencia política gracias a la cual su voz no ha sido escuchada durante más de un siglo de historia.

Durante 127 años, la mujer boliviana no fue ciudadana de su propio país. Todas y cada una de las decisiones tomadas en todos los niveles de gobierno ignoraron el criterio femenino. Durante los siglos XIX y XX, Bolivia se caracterizó por ser una sociedad conservadora y predominantemente machista. Fue recién a mitad del siglo XX, tras una serie de movimientos sociales y políticos, que los intereses femeninos fueron escuchados cuando el Dr. Víctor Paz Estenssoro concedió el derecho al voto a las mujeres tras la revolución de 1952. Por desgracia, acceder a este derecho no se tradujo automáticamente en menor discriminación por razón de género y/o mayor participación política a nivel provincial, departamental y nacional. Fue hasta 1969 que el gobierno boliviano nombró por primera vez a una mujer a la cabeza de un Ministerio gubernamental. 1979 fue un año particularmente importante puesto que Lidia Gueiler Tejada fue elegida Presidenta de la Cámara de Diputados y luego fue designada por el Congreso Nacional como Presidenta interina de la República de Bolivia. Su administración no tuvo chance de siquiera despegar puesto que fue derrocada pocos meses después.

Pese a este hecho (que no ha vuelto a repetirse), tuvimos que esperar hasta el siglo XXI para ver una verdadera reforma legislativa que incentivó a la mujer boliviana a ocupar el lugar que se merece en el proceso político. En el año 2010, el Presidente Morales designó por primera vez un gabinete compuesto 50% por mujeres. En la actualidad, tanto la Cámara de Diputados  como la Cámara de Senadores  están presididas por mujeres. Es claro que el camino que Bolivia ha recorrido en esta área ha sido difícil, a pesar de los logros alcanzados.

El reto ahora yace en transformar este incremento en la participación política en un empoderamiento femenino real. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), define este término como la vital necesidad de “asegurar que las mujeres tengan voz y voto en todas las instituciones del gobierno, desde el poder judicial a la función pública, así como en el sector privado y la sociedad civil, para que puedan participar en igualdad en el diálogo público y la toma de decisiones, e influir en las decisiones que determinarán el futuro de sus familias y países“.

El empoderamiento femenino es una asignatura pendiente cuya solución no está garantizada ya que los movimientos que lo impulsan no están recibiendo el apoyo institucional prometido por parte del gobierno. Esto ha limitado mucho su alcance puesto que las mujeres que más necesitan ser capacitadas y protegidas se encuentran en áreas metropolitanas de bajos recursos y zonas rurales muy alejadas de los centros urbanos. De igual manera, todavía hay una cultura machista dentro de la administración pública. Esto complica mucho el dictado de leyes y reglamentos que buscan brindar más oportunidades a las mujeres en materia política y económica que no son implantadas de la manera en que deberían serlo.

En la sociedad civil predomina una cultura que no termina de comprender la importancia que tiene para el país en su conjunto el que las mujeres accedan no solamente a la educación primaria sino que tengan la misma oportunidad que los hombres de acceder a la educación técnica y superior. El gobierno tiene que empujar la internalización de esta realidad mediante el sistema educativo  y apoyando las labores de organizaciones no gubernamentales, no solamente con más recursos sino que con más acceso a las esferas de poder.

En cuanto a la participación de las mujeres en la economía todavía hay mucha tarea pendiente. Es cierto que se han hecho progresos significativos en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, la mayor parte de las mujeres no pueden conseguir trabajo (sobre todo en áreas rurales) y las que lo consiguen no reciben el mismo sueldo que los hombres. Esto es parte del círculo vicioso del que la mujeres de bajos recursos son víctimas. No reciben educación primaria y no pueden acceder a muchos puestos laborales por el simple hecho de ser mujeres, así como por no tener el mismo grado de educación que los hombres. Es fundamental que el gobierno reconozca no solo la importancia de la mujer en el sector productivo sino que apruebe medidas concretas que aseguren la igualdad de oportunidades

A lo largo de la historia republicana, la mujer boliviana ha demostrado ser invaluable para el país. Que se hayan aprobado leyes que buscan la equidad de género junto con las designaciones de mujeres a altos cargos gubernamentales es loable, pero el trabajo no debe parar ahí. Más bien debe tomar esos hitos como punto de partida para alcanzar el tan necesario empoderamiento femenino.

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