La construcción de la paz
Abstract: The periods of transition after wars can be terrible, altough they already fall into the category of “peace”. A good example of this are the years after the end of World War II were an estimated 2.5 millions Germans perished under different circumstances after the allied forces entered Germany. Peace doesn’t happen by decree but rather by a social pact that constructs that peace day after day at all levels of society. Nobody can expect peace to be constructed only by the government or by certain institutions. Peace is a general duty we all must acomplish every day.
Pocas semanas antes del término de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya se sabía que su capital, Berlín, caería pronto, comenzó a circular un dicho entre los que aún vagaban como fantasmas en las ruinas humeantes de la ciudad bombardeada: “disfruta la guerra mientras puedas, porque la paz será terrible”.
En efecto, los primeros años de la paz fueron terribles. Aunque se había declarado el cese al fuego, las fuerzas aliadas que entraron a “liberar” a Alemania y a todos los territorios ocupados por los nazis se dieron a la tarea de castigar a todos lo que directa o indirectamente hubieran tenido que ver con el régimen nazi. No sólo fueron ejecutados en el acto cientos de alemanes, muchos de ellos inocentes y que murieron por el simple hecho de ser alemanes. Otros cientos fueron hechos prisioneros en los mismos lugares donde antes habían estado los campos de concentración de los judíos. Las mujeres, desde niñas hasta ancianas, fueron sometidas a las más atroces violaciones y torturas. Muchas de estas mujeres quedaron embarazadas y los abortos fueron considerados “una labor humanitaria”. A pesar de ello, hubo toda una generación de hijos de soldados rusos que jamás conocieron a sus padres.
Todas estas atrocidades, cometidas en los primeros años de la paz, luego del final de la II Guerra Mundial, están fría pero soberbiamente recopiladas en el libro After the Reich, The Brutal History of the Allied Occupation de Giles McDonogh.
Se estima que 2.5 millones de alemanes murieron como resultado de este período de “instauración de paz”. Una etapa de la historia de la que poco se habla y de la que hasta hace relativamente poco tiempo han comenzado a escribirse libros y documentarse como es debido.
No cabe duda que las guerras son traumas sociales cuyas heridas son difíciles de sanar. Y quizás somos muy simplistas al creer que la paz es un simple alto al fuego, cuando involucra factores subjetivos, individuales y colectivos, que trastornan de raíz la vida de miles, millones de personas.
Para muchos de los sobrevivientes de la II Guerra, uno de los mecanismos para sobrevivir en paz consigo mismos y con la sociedad fue el silencio. Para otros, por el contrario, parecía que el haber sobrevivido y el dedicar la vida a hablar de las atrocidades vividas o vistas era un nuevo objetivo de vida para evitar que volvieran a ocurrir nunca más en ninguna parte del mundo. No olvidar ni permitir que otros olvidaran.
El tiempo ha pasado y la sociedad alemana se ha rearmado a sí misma constituyéndose en una nación próspera y líder en el mundo. Pienso que para lograrlo hubo un pacto social tácito para construir una verdadera paz, aquella entendida más allá de un simple alto al fuego. Y que ese pacto social es necesario para poder reconstruir un país a partir de las cenizas y las heridas que permanecen después de una guerra.
Es quizás ese pacto social el que todavía no alcanzamos en los países de Centroamérica que durante algunas décadas del fin de siglo pasado sufrimos guerras civiles. Las armas han dejado de sonar entre un par de bandos pero lo han seguido haciendo por otros motivos, a tal punto que parece que no hemos tenido realmente una tregua en todos estos años.
La paz no es un hecho aislado ni efímero. Es una construcción permanente que debe hacerse desde todos los estratos de la sociedad. Pensar lo contrario, que la paz es, por ejemplo, solamente tarea del gobierno o de algunas instituciones o esperar que las cosas ocurran solas es ilógico e ingenuo. No cabe duda que, como ciudadanos, todos tenemos un papel que jugar en la construcción de la paz.
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