La cura que conocemos
Abstract: In Bolivia traditional medicine is the most used by families both in the country and in the cities. It is not only cheaper but is accessible to everyone because it lies in the communities knowledge. This tradition is so important that their mediators or facilitators known as “yatiris” have been declared as International World Heritage by UNESCO in 2003. However, occidental medicine is still needed and much longed for in many regions as the government intents to introduce a combined and intercultural medicine strategy.
Vicky trabaja limpiando casas, tiene 46 años y cuatro hijos. Su familia viene del campo donde todavía vive su padre que es pastor de ovejas. Cuando el hijo menor de Vicky tenía alrededor de seis años sufrió de lo que probablemente fue una intoxicación alimentaria muy severa. El niño tuvo una fiebre que, al no ceder tras varias horas, obligó a sus padres a llevar al pequeño al hospital Materno Infantil de La Paz. El hospital estaba lleno, no había camas disponibles y los pocos médicos que estaban de turno no daban abasto a la necesidad de atención. Después de esperar durante más de tres horas con el niño en brazos de su padre, Vicky decidió llevárselo de vuelta a casa a pesar de las advertencias de las enfermeras. Con todo el riesgo que implicaba después de haber tenido al niño durante varias horas con una alta fiebre que no se controlaba, los padres salieron rumbo a su casa porque ultimadamente eran conscientes de que en el hospital no recibirían la ayuda necesaria y era mejor irse y hacer algo en casa. Una vez ahí, Vicky preparó un ungüento de grasa de pollo y se lo untó a su hijo en todo el cuerpo y lo abrigó mucho. Pasó la noche al lado del niño que traspiraba y estaba a punto de morir. Llegada la mañana la fiebre finalmente bajó. El hijo de Vicky ahora tiene 22 años y vive y trabaja en Santa Cruz.
Sabiduría tradicional como ésta es la opción principal en las familias bolivianas. Esto se da por un fenómeno doble, como en el caso de Vicky, la medicina occidental (llamémosla así por fines prácticos) no suele dar abasto y cuando lo da es normalmente mucho más costosa que la tradicional. Por el otro lado, las familias cuya inserción en la vida urbana es más reciente, tienen una reticencia casi natural a la medicina occidental y prefieren, a veces a costo de sus vidas y salud, optar por la medicina tradicional o en última instancia acudir a un yatiri (chamán o curandero). Acudir a un yatiri es una práctica muy extendida en Bolivia, especialmente en el área andina. Una de sus grandes virtudes, probada también en mi familia, es que el yatiri se ocupa de daños y molestias que van más allá de lo fisiológico. Tradicionalmente se entiende que la tarea del yatiri es la de mantener el equilibrio en el mundo, de ahí que sus conocimientos y su campo de acción sea muchísimo más amplio que los de un médico occidental.
En Bolivia los hospitales y demás centros de salud practican la medicina occidental aunque ya en algunos se han introducido la homeopatía y la acupuntura como tratamientos recomendados. El Ministerio de Salud y el Viceministerio de Medicina Tradicional e Interculturalidad están impulsando un programa de inclusión de diversas formas de medicina en busca de la inclusión, no sustitución, de formas tradicionales de medicina en estos centros. Sin embargo, como en el caso de Vicky, esta opción recién existe una vez que uno se encuentra admitido en el sistema, al cual es tremendamente difícil de acceder, tanto por los costos como por la demanda.
De ahí que no sorprende la popularidad de la Calle de las brujas en La Paz. Esta calle, en pleno centro de la ciudad, se vende todo tipo de remedios para afecciones físicas, mentales, espirituales y emocionales. Entre los puestos de venta de plantas y hierbas medicinales se encuentran también adivinos que leen la coca y brujas, de las que leen las cartas. Ahí también se compran los elementos necesarios para hacer una mesa, una ofrenda, de salud, suerte, amor o un regalo para la Pachamama. Al tomar fotos para este post, una mujer con su bebé en brazos le pidió a la vendedora un remedio para que su bebé esté más tranquilo, para que no se asuste. Este remedio es muy popular aquí y es importante porque se cree que un susto o una experiencia desagradable puede hacer que el ajayu (una de las dos almas que de acuerdo con la cosmovisión andina tiene cada ser humano), deje el cuerpo del niño lo cual es muy peligroso.
La presencia e intervención de un yatiri es muy importante cuando los problemas son serios. A fines de la década de los 80, gracias a diferentes investigaciones, se fundó el Instituto Boliviano de Medicina Tradicional Kallawaya, una de las iniciativas más estables e importantes a favor del reconocimiento de la medicina tradicional andina boliviana. La cultura kallawaya fue declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO y se trata de un grupo de maestros o yatiris de una región rural en el departamento de La Paz en la cual se forman médicos itinerantes que viajan por todas las regiones ofreciendo sus servicios. Sus conocimientos se han sistematizado a lo largo de estos años y uno puede acceder a su vademécum online.
No existen estudios a nivel nacional que puedan dar razón de cuánta gente opta por la medicina tradicional y cuánta por la occidental en hospitales y centros médicos. De haberlos, esos datos tampoco serían de gran utilidad considerando que en Bolivia una porción importante de la población no tiene acceso a servicios básicos, mucho menos a una posta médica. En esos casos, gracias a la sabiduría popular, muchas vidas se salvan, pero otras tantas no pueden ser auxiliadas en casos de mayor emergencia. Es innegable que la población rural sigue considerando la enfermedad como algo que debe ser aceptado y sobrellevado sin hacerle frente. Ése es el mayor problema que enfrentamos como país, no qué tipo de medicina se utilice sino cómo lograr que quienes necesitan ayuda, la obtengan.
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