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Selvas de concreto y cultura verde: Repensando la ciudad en América Latina

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Muro vegetal de 600m² instalado en la fachada de Les alles à Avignon (Plaza Pie), construido por el botánico Patrick Blanc. Foto personal. Difusión ilimitada. julio 2006.
Muro vegetal Patrick Blanc

Muro vegetal de 600 m² instalado en la fachada de Les Halles à Avignon (Plaza Pie), construido por el botánico Patrick Blanc. Foto personal de Superbus (Usuario Wikipedia). Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0

Abstract: To talk about “green culture” in recent times, and in some of the largest Latin American cities, has become part of fashion. A wide range of strategies such as the adaptation of roads for non motorized vehicles, the incursion of the construction sector in ecological technologies successfully implemented in other cities of the world, are part of what we, as Latin American citizens, have seen emerging in our cities as proposals searching to stop the urban environment’s deterioration and trying to offer improvement in life conditions for people. Clean air to breath, potable water for massive domestic use, public spaces without garbage have been the main slogans of this transnational tendency. The list of initiatives and actions is long, and it is widely inscribed within the economic rationality of what has been called “sustainable development”.

Durante los últimos tiempos hablar de “cultura verde” se ha puesto de moda en las grandes ciudades latinoamericanas. Desde la habilitación de vías para el tránsito de vehículos no motorizados, hasta la incursión del sector de la construcción en tecnologías ecológicas implementadas con éxito en otros lugares del mundo, los latinoamericanos hemos visto surgir en nuestras ciudades una diversidad de propuestas que buscan frenar el deterioro medioambiental urbano y ofrecer mejoras en las condiciones de vida de los citadinos. Aire limpio para respirar, agua potable para uso doméstico masivo, espacios públicos sin basuras, han sido las principales consignas de esta tendencia transnacional. La lista de iniciativas y acciones es larga, y se inscribe de manera amplia dentro de la racionalidad económica del llamado “desarrollo sostenible”.

Desde el sector público, las gestiones en ese sentido han incluido políticas de gran envergadura tales como campañas intensivas de arborización, reforestación y mantenimiento de parques metropolitanos y zonas verdes urbanas, esfuerzos sostenidos de descontaminación de fuentes hídricas aprovechables para el abastecimiento animal y humano, políticas de inversión vial para peatones y ciclistas, incremento de las canecas de basura disponibles en la vía pública, incentivo de prácticas caseras de reciclaje y regulación del manejo de desechos industriales. Además, inversiones millonarias en publicidad para el fomento de la llamada “cultura ciudadana” y la concientización y ahorro de los recursos naturales no renovables.

Por su parte, aunque de manera mucho menos sistemática, la empresa privada ha encontrado en la coyuntura una oportunidad idónea para la ampliación y el crecimiento del mercado eco-sostenible. El incremento de la demanda de casas auto-sostenibles, techos vegetales, huertas verticales y jardines verdes para la decoración de interiores y exteriores, así como la diversificación de las empresas que ofrecen este tipo de servicios, nos hablan de ello. Lo mismo se puede decir de la creación, en diciembre de 2010, de la Asociación Latinoamericana de infraestructura vegetada, una organización sin ánimo de lucro que se propone regular a nivel continental el implemento creciente de esta tecnología de corte ecológico, a través de la promoción de cuerpos normativos, la educación y asesorías al sector público y el fomento de la investigación científica.

A pesar de tratarse de un mercado todavía incipiente y dirigido casi con exclusividad a usuarios de alta capacidad adquisitiva, en los últimos cinco años no ha dejado de posicionarse, hasta el punto de llegar a formar parte, en algunos Estados, de la agenda política de turno. El proyecto de Ley 115 de 2009 presentado a la Cámara Municipal de la ciudad de Sao Paulo, en Brasil, que inspirado en las legislaciones de San Francisco y Tokio no sólo propone un incentivo fiscal para la promoción de techos verdes, sino la obligatoriedad de los mismos para edificaciones de más de tres pisos, es apenas un ejemplo.

Por su parte, investigaciones científicas recientes insisten cada vez más en la posibilidad de extender el uso de esta tecnología de construcción al campo de la vivienda de interés social, aduciendo que los costos de producción representarían mucho menos de lo que actualmente se piensa. Los trabajos del colombiano Ricardo Ibañez y el brasileño Marcio Araújo, apuntan justamente en esa vía.

Según lo muestra el panorama, resulta claro que el boom de la eco-tecnología urbana, hoy en día poco accesible a la gran mayoría, apenas comienza su despunte en América Latina. No obstante, en el contexto de la emergencia de las culturas urbanas ecológicas del siglo XXI, y la consolidación de diversos activismos de carácter “verde”, no cabe duda de que en menos de lo esperado la infraestructura vegetada habrá realizado importantes conquistas en la redefinición de nuestra vida urbana. Para ello, sin embargo, habrá que esperar que el crecimiento del mercado regule los precios. Mientras tanto, cada uno de nosotros podría ir poniendo a prueba su creatividad y diseñar sus propias formas de reverdecer el entorno que le rodea. Personalmente, yo ya comencé con mi huerta casera, a base de material reciclado. Aquí les dejo algunas ideas.

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Mayxué Ospina Posse

PHD student of Social Sciences at the UNICAMP in Brazil. Bachelor’s degree (2008), and Master in History (2012).