Dos oponentes: La disyuntiva del proceso de paz en Colombia

Ex presidente Uribe condecora a presidente Santos. Foto por Globovisión en Flickr, CC BY-NC 2.0

Abstract: The government of President Juan Manuel Santos and the FARC guerrilla in Colombia started dialogues for peace, after a war that has meant more than 40 years of bloodshed for Colombian citizens. Ex president Álvaro Uribe Vélez, who helped Santos winning the elections, is nowadays the main opponent of his government and the leading enemy of the peace process. If we achieve peace, all Colombians would win. But if this process fails, ex president Uribe would be the most benefited figure, for the scenario would be exactly the same as the one which catapulted him to the presidency of the republic.

El Día Internacional de la Paz nos obliga a reflexionar sobre las posibles consecuencias que podría traer el proceso de paz entre el gobierno y las FARC en Colombia. Más allá de lograr la terminación del conflicto armado, también está en juego el futuro político del país. En caso de que este proceso fracase, el principal opositor al proceso de paz, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, se encontraría con el mismo escenario que lo catapultó a la presidencia en el año 2002.

En 1998 el gobierno de Andrés Pastrana inició diálogos de paz con las FARC, que se  extendieron hasta comienzos de 2002, cuando en plena época de campaña  para las elecciones presidenciales 2002-2006,  Pastrana terminó el proceso dejando en evidencia los abusos de las FARC en la zona de despeje militar. Como resultado, el pueblo colombiano,  hastiado de la guerrilla, se lanzó a las urnas a elegir al hasta entonces poco conocido Álvaro Uribe Vélez, pues su discurso siempre estuvo basado en acabar militarmente con las FARC.

El ex presidente Uribe alcanzó altísimos niveles de popularidad durante su primer período de gobierno. Con mayorías en el congreso, y usando métodos muy cuestionados,  logró cambiar la constitución para poder ser reelegido para  un segundo período de mandato. Fueron 8 años de Álvaro Uribe  y su “seguridad democrática” en el poder; 8 años en que la prioridad fue la  guerra.

Cuando se acercaban las elecciones presidenciales de 2010, y al ver imposible una segunda reelección,  Uribe le apostó a apoyar como candidato  a su ex ministro de agricultura,  su pupilo político  y uno de sus más cercanos colaboradores, Andrés Felipe Arias, apodado “Uribito”. Con lo que no contaba Uribe es que “Uribito” perdería la consulta interna de su partido conservador y se quedó por fuera de la contienda electoral.

A pesar de los múltiples escándalos que rodearon la administración Uribe, el entonces presidente seguía gozando de una altísima popularidad y como segunda opción dio su apoyo al candidato Juan Manuel Santos, quien fue su ministro de defensa. Este apoyo de Uribe y de su maquinaria política, fue clave para el rotundo triunfo de Santos en las urnas. Así llego Santos a la presidencia de Colombia.

Sin embargo, la victoria de Santos, no resultó para nada lo que Uribe estaba buscando con el triunfo de “Uribito”. Santos nombró un nuevo gabinete dejando por fuera  a la mayoría de colaboradores de Uribe. La consecuencia fue que los ministros y funcionarios nombrados por el nuevo gobierno descubrieron un completo desastre en casi todas las dependencias del Estado. Hoy “Uribito” se encuentra preso por el escándalo de Agro Ingreso Seguro, en el ministerio de agricultura, durante su gestión como ministro.

Han transcurrido un poco más de dos años desde la posesión de Juan Manuel Santos,  y la relación entre el presidente y el ex presidente es cada vez peor; Uribe es el principal opositor del gobierno y se dedica, a tiempo completo, a atacar y tratar de desprestigiar la gestión de Santos como presidente, principalmente desde su Twitter.

Lo más preocupante de toda esta historia es que durante el actual gobierno se han destapado verdades muy graves del anterior gobierno del ex presidente Uribe. En los últimos dos años, varios de sus ex funcionarios  han sido destituidos, inhabilitados para ocupar cargos públicos, se encuentran bajo investigación, están en la  cárcel, o son prófugos de la justicia. Esta lista es bastante larga y sigue creciendo con el paso del tiempo.

Si bien es cierto que aún no existen pruebas  en contra del ex presidente, es demasiado sospechoso que su círculo más cercano de colaboradores se encuentre envuelto en escándalos tan graves de corrupción y paramilitarismo.  Además, su actitud frente al nuevo gobierno, como si éste lo hubiera traicionado, hace pensar que el verdadero rencor de Uribe es porque el gobierno de Santos le destapó sus verdades más oscuras.

Uribe  sigue defendiendo a sus colaboradores argumentando una venganza criminal hacia su gobierno, y tratando de poner en duda la efectividad de la justicia colombiana. Lo más increíble es que a pesar de todos estos escándalos, Uribe sigue gozando de una gran popularidad, pues mucha gente le sigue creyendo y lo sigue viendo como  el presidente de mano firme con la guerrilla.

Si este nuevo proceso llegara a fracasar, Uribe sería el principal beneficiado y podría ser catapultado nuevamente (él o alguno de “sus buenos muchachos” en su representación) a la Presidencia de la República por un pueblo desesperanzado e ingenuo, y una débil democracia.