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Austeridad y crisis económica: ¿receta para el desastre?

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Desarrollo

AbstractDuring the economic and fiscal crises the world has faced recently, austerity has taken center stage in plans to restore order to the public finances of the countries affected. But, what happens when countries have problems of low growth? Can you reduce government spending without deepening economic crises? The example of Europe shows repeatedly that the price of austerity includes downturn and unemployment. Can countries like El Salvador afford this cost?

 

El Salvador es un país que arrastra un problema de bajo crecimiento. Reducir el gasto público sin un análisis apropiado podría impactar aún más en la pobreza y la desigualdad. Foto cortesía de Lorena Saavedra.

El Salvador es un país que arrastra un problema de bajo crecimiento. Reducir el gasto público sin un análisis apropiado podría impactar aún más en la pobreza y la desigualdad. Foto cortesía de Lorena Saavedra.

 

Durante las crisis económicas que ha enfrentado el mundo recientemente –primero la originada en el sistema financiero estadounidense y, más recientemente, la que se detonó en Europa por los problemas fiscales de varios países del sur del continente–, se puso de moda una palabra, considerada el remedio universal y casi una fórmula mágica para volver las cosas a su orden: austeridad.

La idea de gastar menos parece buena cuando hay problemas económicos. El recorte de gastos, el ahorro, implicaría llevar oxígeno a las alicaídas finanzas públicas de los países y reduciría la necesidad de estos de endeudarse más.

La teoría sonaba razonable y en Europa hubo una seguidilla de planes de rescate, de parte de los países más ricos y los organismos financieros suprarregionales hacia los socios más pobres del bloque de la Unión Europea, con condicionamientos que implicaron la adopción de fuertes medidas de austeridad.

En El Salvador, que recién intenta recuperarse del golpe que le supuso en 2008 el inicio de la recesión estadounidense, la palabra ya se puso de moda. Más allá de los análisis económicos que defienden una reconversión del gasto, es una receta que se repite ahora en boca de los mismos políticos. Tenemos elecciones el próximo año y el derroche de recursos públicos es una de las principales críticas que la ahora oposición –partido gobernante durante 20 años–, hace a la administración en turno.

Pero, ¿qué tan sana y efectiva sería la austeridad en estos momentos para la economía salvadoreña? ¿Qué tan efectiva ha sido para los países primermundistas que ya la aplican?

La respuesta es abrumadora. En Europa, los efectos de la austeridad han llevado al estancamiento de las economías y a la subsecuente pérdida de miles de empleos. El modelo de austeridad para la superación de la crisis económica incluso ha sido cuestionado por el trabajo de un estudiante que intentó reproducir la tesis original de dos de los principales defensores del mismo. Las mismas autoridades de la UE parecieran haber dado un paso atrás en su original devoción por el recorte de gastos.

Pero vayámonos a un plano más sencillo. En principios básicos de teoría económica se nos enseña que hay dos formas en las que un gobierno puede incidir sobre la economía de un país: la política monetaria y la política fiscal.

La monetaria radica en qué tanto dinero se decide imprimir. En El Salvador no se cuenta con este margen de maniobra, porque somos un país dolarizado. Nos queda entonces la política fiscal: el gasto público como mecanismo para inyectar dinero y, por tanto, dinamismo a la economía.

Algo así intentó hacerse en El Salvador, durante 2009, con el llamado Plan Anticrisis. Entre otras cosas, se establecieron programas como el PATI (Programa de Apoyo Temporal al Ingreso), en el que se daba trabajo a jóvenes y a mujeres, principalmente, en obras públicas, y se les daba una pequeña remuneración.

Otros programas que implican transferencias son la entrega de útiles escolares a estudiantes del sector público, pensiones a ancianos y el vaso de leche. A todos estos se les ha colocado, en el debate público, en el mismo costal que a los subsidios, cuya insostenibilidad financiera es más que reconocida por diferentes sectores.

¿Austeridad o reordenamiento del gasto? ¿Recortes en áreas superfluas o reducción de la inversión social? La respuesta parece obvia si nos vemos en el espejo europeo, donde las medidas extremas de austeridad han llevado al aumento del desempleo y la ralentización de las economías.

El Salvador enfrenta problemas fiscales serios, con un déficit creciente y una deuda pública que aumenta con un efecto de bola de nieve. En estas circunstancias la discusión y aplicación de medidas de  mejora del gasto público deberían estar fuera de toda discusión.

La eliminación de gastos que no están beneficiando a los más pobres ni ayudando a proteger a la población más vulnerable debería ser un primer paso, que sin embargo tampoco dejará rédito político para quien lo tome.

Pero es importante diferenciar estos gastos prescindibles de la real inversión social y de la necesaria inyección de fondos públicos a la economía, si no queremos que el país se hunda en este círculo de bajo crecimiento, que nos ha mantenido como la nación con menor ritmo de avance económico de la región centroamericana y entre los que menos crece en América Latina.

Con una crisis económica que no se ha logrado superar y datos de crecimiento menores al esperado para este año, la austeridad debe retomarse, sí, pero con suficiente inteligencia y con los suficientes datos para saber diferenciar qué gastos pueden recortarse (como los viajes y lujos entre nuestros funcionarios), y cuáles tienen un impacto positivo en la reducción de la pobreza. El gasto que implica inversión social no sólo debe mantenerse, sino también aumentarse.

Finalmente, la premura con la que se haga este reordenamiento del gasto es fundamental. Mientras más pronto se ordenen nuestras finanzas públicas,  menos propensos estaremos de caer en crisis como las de Grecia o Portugal, que nos obligarían, entonces sí, a recortes drásticos del gasto estatal en todas las áreas, ya no por decisión técnica y política, sino porque no habrá fondos con qué cubrirlos.

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Mariana Belloso Twitter: @beiiosoMariana

Journalist, writer, editor, economics student, mother of two girls. Living and writing in El Salvador, Central America.