El agua no es nuestra
Abstract: In the year 2000 the first Water War was held in Cochabamba, Bolivia. The government had just signed a contract with Aguas del Tunari, a company of the Bechtel Corporation, to administrate the water supply of the city of Cochabamba and its close surroundings. However, since the company started working there all water bills increased from 20% to 400%. The people of the city rose and took the central square in order to force the government to undo the contract with Aguas del Tunari. The battle was won that year and the Corporation left Cochabamba. Nevertheless nothing has changed in regards to billing, or a better access to clean water for the inhabitants of the city or the farmers of near lands.
Water was declared a human right in 2010 in response to Evo Morales proposal and the general crisis around the subject. However, little is being said over the political or economic costs of such a decision and whether water should or not be considered as a commercial good.
En el año 2000 se vivió en Cochabamba la primera Guerra del agua. Fue librada por el pueblo de la ciudad de Cochabamba, en el centro de Bolivia, contra la empresa Aguas del Tunari, que por contrato con el gobierno de Hugo Bánzer Suárez fue designada como la nueva encargada del suministro de agua de esa ciudad. Cochabamba ha tenido problemas con el abastecimiento de agua para la población urbana por aproximadamente 30 años ya. Las sequías han afectado mucho a las poblaciones aledañas y sus cultivos. La empresa Aguas de Tunari debía garantizar el suministro de agua a la ciudad y sus alrededores. El tema del agua en esta región fue siempre de gran importancia y por lo tanto, un tema delicado para la población, especialmente la más pobre. Al llegar la empresa de Aguas del Tunari los precios en la facturación por el sevicio de agua se elevaron considerablemente, se llegó a decir que los costos habían subido hasta en 400%. Naturalmente esto generó una reacción inmediata por parte de la población que se levantó tomando la plaza central donde se encuentra el palacio del gobierno departamental y las oficinas de la Policía.
Este enfrentamiento fue muy conocido en todo el mundo por haber sido el primer enfrentamiento entre la población y las trasnacionales del agua. En Cochabamba el pueblo logró la victoria y la empresa fue expulsada de Bolivia con diferentes consecuencias para el país. A partir de esto se esperaba que las cosas cambiaran, que el agua limpia y potable fuese de acceso fácil, si es que no gratuito. Sin embargo el problema del agua se convirtió a su vez en una plataforma política para diferentes líderes regionales y nacionales, sin que éstos estuviesen realmente interesados en mejorar las condiciones de acceso al agua en Cochabamba y el resto de Bolivia.
Fue así que el tema del agua cobró la atención necesaria de los políticos y el gobierno del nuevo presidente Evo Morales. Éste a su vez, exitosamente, trasladó dicha preocupación mundial al foro de las Naciones Unidas donde se declaró al agua como un derecho humano. ¿Cuáles han sido las consecuencias de esta declaración? ¿Han mejorado las condiciones? ¿En qué medida aporta al acceso al agua limpia que ésta sea considerada como un derecho humano? Es importante reconocer el trascendental lugar que tiene el agua potable y limpia en garantizar la supervivencia del ser humano en la tierra pero es igualmente importante conocer cuáles son las dramáticas repercusiones que tiene una decisión como esta.
Si el agua es un derecho humano entonces el Estado debe garantizarlo para todos sus ciudadanos. En principio una frase así parece estar libre de toda carga negativa a no ser a los lectores atentos al preponderante rol que tiene el Estado en una situación así. Las luchas por el acceso al agua han sido asociadas a las luchas por la vida, sin embargo, incluir el agua como un derecho humano no garantiza el agua así como lamentablemente que la vida sea un derecho, no la garantiza. Este cuestionamiento no está dirigido tanto a descalificar la calidad de derecho humano del agua sino a enfatizar que esa declaratoria no cambia en nada la crisis de acceso y administración de los servicios de agua en la medida que no se diseñen políticas coherentes y concretas.
Por el otro lado hay que destacar que parte de los conflictos que surgen en nuestros países por el agua se deben a las contradicciones que existen en torno a la condición del agua como un bien comerciable. En las poblaciones agrícolas y rurales es común que se considere al agua como un recurso público o un bien común, mientras que en otros sectores o en áreas rurales de poco riego, el agua es considerado un recurso privado. Esta diferencia en la concepción que media el acceso al agua es de vital importancia al momento de diseñar políticas en relación al tema.
En Sudamérica la cantidad de agua está en una proporción favorable a la población regional por lo que se debe aclarar que la crisis del agua en Sudamérica no se trata de un desabastecimiento de agua, sino de un desabastecimiento de redes de distribución y saneamiento. Es decir, las políticas públicas en torno al tema no están solucionando a cabalidad el problema y el resultado es el enfrentamiento de la población con las administradoras de agua, sean éstas privadas o estatales. Y es que es importante considerar que el tema del agua se ha convertido en una plataforma política para líderes de todo tipo y que además detrás del lema del agua como derecho humano y su posible gratuituidad se encuentran otros intereses políticos.
En el caso de Cochabamba, como sin lugar a dudas sucede y sucederá en otros lugares, se utilizó la sensiblidad que causa el acceso al agua para generar un conflicto. Se dijo que Aguas del Tunari cobraría también por el agua de lluvia, lo cual es prácticamente imposible. De todas formas, la idea de perder hasta lo que cae del cielo a manos del capitalismo fue de gran utilidad para los políticos que planteaban la expulsión de todo tipo de práctica capitalista de Bolivia. De ahí deriva también el nombre de la película de Iciar Bollain, También la lluvia, en la que la conquista española se convierte en una metáfora de la conquista por parte de las trasnacionales de los recursos de Sudamérica. Sin embargo, la mirada de Bollain se queda en lo romántico de la lucha del pueblo contra la corporación y no deja ver la real complejidad de los movimientos sociales y políticos de Bolivia que explotaron en la Guerra del Agua del 2003. Es más cercana a esta complejidad la propuesta de Tin Dirdamal en Ríos de hombres, en la que los personajes dan sus testimonios personales de la guerra interna que supuso para ellos la lucha por el agua.
Esta es nuestra verdad incómoda. Se peleó por el agua, pero las cosas no han cambiado. Si el agua es un derecho humano, ¿no puede serlo también la tierra? ¿El aire? ¿Estamos seguros que al querer garantizar el acceso al agua no estamos más bien allanando el camino para perder de vista lo esencial del acceso al agua potable? No debemos permitir que los grandes discursos nublen nuestro juicio con respecto a lo que es importante. El agua no es nuestra, como tampoco lo son el aire ni la tierra.
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