Sudamérica, en medio de procesos vertiginosos de cambio
Abstract: The Bertelsmann Transformation Index 2012 provides valuable information for understanding global political and economic changes, but still has to be complemented with other information in order to understand citizen’s mood around Latin America, a region which is experimenting deep changes. In the case of Chile, which shows a very high BTI index, the party in government and the main opposition party get low approval rates. Some other paradoxes have emerged recently in the region.
El Bertelsmann Transformation Index 2012 provee información de gran relevancia para hacer algunas reflexiones sobre la realidad política y económica de una región compleja como es Sudamérica.
El subcontinente se ha convertido en la última década en una muy estimulante fuente de debates. Un conjunto de gobiernos, entre los que pueden contarse los de Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Venezuela han combinado una serie de elementos -en distintas proporciones y con diferentes estilos-, que estuvieron ausentes simultáneamente en las últimas décadas en la región.
Por un lado, la continuidad de procesos electorales como única modalidad posible de acceso al gobierno. Sumado a ello: un alejamiento del recetario económico “ortodoxo” que fue impulsado por organismos de crédito multilaterales como el FMI y el Banco Mundial con enorme fuerza en la región a partir de las “crisis de la deuda” de principios de la década del 80.
Algunos sectores destacan en líneas generales a estos gobiernos como un intento de combinar democracia con una mayor equidad distributiva, en tanto que otros sectores consideran que en estos países los gobiernos llevan adelante políticas de “baja calidad institucional” y alejadas de las “buenas prácticas” económicas.
En cuanto al BTI, es interesante destacar la amplia cantidad de aspectos involucrada en este índice, lo cual lo aleja de visiones más esquemáticas utilizadas por otras organizaciones que buscan determinar la calidad de las políticas públicas. Así, podemos apreciar cómo en la última edición del Global Competitiveness Report, producido por el World Economic Forum (WEF), un país como la Argentina, que en el BTI, producido cada dos años, evidencia caída de 4 puestos en su “Status Index”, muestra una abrupta caída, de 9 puestos en sólo un año.
Más allá de esto, es interesante preguntarse cuál es la capacidad que este tipo de evaluaciones comparativas tienen para ayudar a determinar cuál es la evaluación que los propios ciudadanos desarrollan sobre la situación de instituciones políticas y prácticas económicas en sus respectivos países.
Una situación por demás llamativa se da en el caso de Chile, segundo país latinoamericano en el Status Index detrás de Uruguay y noveno a nivel mundial. En su caso, muestra una situación estable y alta, con una calificación que pasó de 8,85 en 2006 a 8,87 en 2012. Se trata de un país que es el primero de América Latina en el Global Competitiveness Report, del WEF (puesto 33 a nivel global). En general, un país cuyas políticas de mediano y largo plazo son citadas como una combinación estable y exitosa para lograr un crecimiento del producto per cápita en un contexto de vigencia de las instituciones democráticas.
Sin embargo, la situación política en Chile en cuanto a la relación de la ciudadanía con la política, atraviesa una situación compleja y en algunos aspectos crítica. Según el último estudio de opinión realizado por la consultora independiente Adimark, la gestión del presidente Sebastián Piñera, líder de una coalición de centroderecha, muestra un nivel de aprobación del 36 por ciento, en tanto que “la evaluación de las otras instituciones del Estado sigue siendo muy negativa, sin mejora alguna”.
Así, “un 31% dice identificarse con el actual gobierno, mientras que un 37% se identifica con la oposición”. De igual modo, “las coaliciones políticas mantienen altos niveles de desaprobación ciudadana”.
“La aprobación de la Coalición por el Cambio (oficialismo) llega a un 27% en tanto su rechazo sube a un 64%. El desempeño de la Concertación resulta aún menos favorable: Un 16% la aprueba, mientras que un 74% la desaprueba (en julio era 69%), el más alto nivel de desaprobación para la Concertación registrado en esta serie desde que se mide esta variable (Abril 2010)”, señala el informe.
De igual manera, “las evaluaciones a ambas cámaras del Congreso siguen deteriorándose” ya que “la desaprobación hacia el Senado llega a su máximo histórico en este estudio con un 77% de desaprobación y apenas un 17% de aprobación ciudadana” y “en esta misma línea, la aprobación a la gestión de la Cámara de Diputados llega a un 16% de aprobación con una desaprobación al alza de 78% de desaprobación, también una cifra sin precedentes en esta serie”.
A partir de agosto de 2011 se registraron en Chile protestas de estudiantes que reclamaban por la gratuidad de los servicios educativos y por una mayor calidad en esas prestaciones. En ese momento, la imagen del presidente Piñera alcanzó un nivel de aprobación de tan sólo el 27 por ciento, luego de que unos meses antes, cuando se produjo el rescate de 33 mineros que permanecieron atrapados durante 70 días por un accidente, su popularidad había escalado hasta el 63 por ciento.
De esta manera, una serie de demandas sociales insatisfechas comenzaron a convertirse en un importante obstáculo para la gestión del nuevo gobierno de centroderecha. Y al mismo tiempo, se registró un fuerte descrédito de la Concertación, la coalición de oposición, que gobernó el país desde 1990 hasta 2010, a quienes muchos ciudadanos también consideran responsable por el estado actual de la educación pública.
Por su parte, en un país que registró una caída en su status en el BTI, como la Argentina, la presidenta Cristina Kirchner resultó reelecta en 2011 por una diferencia de votos enorme con respecto a los partidos políticos opositores. Se impuso con más del 54 por ciento de los votos, contra algo más del 16 por ciento de su principal competidor. Y aún en el marco de una caída relativa en sus niveles de aprobación en 2012, todavía conseguía el 51 por ciento de adhesión a su gestión, de acuerdo a una encuesta publicada semanas atrás por la consultora independiente Poliarqía en el diario La Nación, el cual tiene una visión crítica del actual gobierno. Ahora, habitantes de las mayores ciudades del país, en su mayoría de ingresos medios y altos, realizaron una protesta para cuestionar algunas de las políticas del Gobierno.
Otro caso llamativo en la región es el de Paraguay, que mostró un importante incremento en su BTI (de 5,85 a 6,39) a pesar de que en junio pasado fue suspendido por el bloque regional Mercosur por considerar que la destitución de Fernando Lugo de la Presidencia se registró mediante la “ruptura del orden democrático”.
De esta manera, el aporte que realizan este tipo de índices comparativos globales sobre políticas públicas y situación económica es relativo para comprender la realidad política de cada uno de los países y regiones y el apoyo o cuestionamiento que los ciudadanos realizan a la situación interna en cada caso. Más allá de su aporte para comprender tendencias y grandes cambios, en el corto plazo es necesario complementar estos estudios con otras fuentes de información, de modo de lograr una mayor comprensión de los contextos políticos y sociales de cada uno de los Estados.
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