Los retos de las migrantes nicaragüenses en Costa Rica
Abstract: Costa Rica is not only an attractive tourist destination, but also the Latin-American country with the highest number of migrants in relation with its total number of inhabitants. Most of these migrants are from Nicaragua. Half of those migrants are women and are concentrated in the urban areas of the country. But not all of them are lucky enough to get jobs, working permits or the local residency permit and end up facing poverty, diseases and other risk factors.
Hace pocos años, cuando viví en San José, Costa Rica, conocí a Vilma, una mujer de 50 y tantos años, originaria de León, Nicaragua. Una vez por semana llegaba para hacer limpieza en las áreas comunes de la casa donde yo alquilaba un cuarto. A veces me pedía ayuda para sus tareas de inglés o para buscar alguna información en internet. Así fue que comenzamos a conversar.
Vilma había migrado a San José en los años 80. Me contaba, orgullosa, que después de muchos años de ahorro y sacrificio, había logrado comprar un terrenito y construir una casa para ella y sus hijos. Tenía dos trabajos más y estudiaba por las noches para obtener el título de bachillerato.
Aunque extrañaba a su familia en Nicaragua, se sentía feliz en Costa Rica. Ese país le ofrece condiciones que en el suyo son impensables, por ejemplo, seguridad social para mujeres que como ella, se dedican al trabajo doméstico remunerado.
Costa Rica tiene para los centroamericanos atractivos particulares. Envidiamos mucho de lo alcanzado por aquel país: su situación económica (de las mejores y más estables de la región centroamericana), su sistema educativo y de salud, su estabilidad social, los bajos índices de violencia. Envidiamos sus paisajes naturales y su vida cultural. Sabemos que tiene mejores salarios que el resto de países y que la calidad de vida es mejor. Nos gusta la idea de que exista un país sin ejército.
Esos elementos lo convierten en un destino atractivo para los centroamericanos que deciden emigrar pero que no quieren alejarse de la región. Otros migrantes, sobre todo los provenientes de Suramérica o el Caribe, lo utilizan para hacer escala en su travesía al norte. Por ello no es de extrañar que se haya convertido en el país latinoamericano que recibe más migrantes en relación al número total de sus habitantes. La mayoría de los migrantes que recibe son de la vecina Nicaragua.
Aunque las cifras varían según las fuentes, se estima que en Costa Rica hay alrededor de 800,000 migrantes nicaragüenses, de los cuales poco más del 50% son mujeres. Un alto porcentaje de ellas se dedica al trabajo doméstico remunerado, lo cual las hace concentrarse en los núcleos urbanos, sobre todo los del Valle Central, sede de las ciudades más importantes (San José, Alajuela, Cartago y Heredia).
Pero no todas tienen la buena suerte que ha tenido Vilma. Muchas de ellas deben conformarse con salarios más bajos o con condiciones laborales injustas, sobre todo las que no tienen permiso de residencia ni permiso de trabajo. Se estima que la irregularidad migratoria entre las migrantes nicaragüenses es del 38%.
El desempleo y la falta de opciones laborales hacen que estas migrantes estén en una situación mayor de pobreza que los hombres. Según datos de la Encuesta de Hogares del 2007, las mujeres reciben hasta un 19% menos de salario que los hombres.
Entre la población total de migrantes nicaragüenses existe un 4% de desempleo y dentro de este porcentaje, las mujeres forman mayoría. Pero esos no son los únicos problemas de las migrantes nicas. También se ven expuestas a la xenofobia, maltratos verbales y discriminación laboral. Otras entran en la prostitución, lo cual las pone en situación de riesgo, ya que son vulnerables a peligros que van desde la violencia física hasta las enfermedades como el VIH/SIDA. La falta de permisos migratorios les impide a su vez el acceso a servicios de asistencia social.
El desempleo y la pobreza se convierten en un círculo vicioso para estas mujeres ya que no tienen dinero para regresar a Nicaragua y tampoco para regularizar su situación migratoria.
La presencia de migrantes nicas en Costa Rica ha sido uno de varios motivos de tensión entre ambos países. Estas tensiones ha dificultado la firma de convenios gubernamentales que permitan a las migrantes nicaragüenses acceder a mejores condiciones de vida y de trabajo. Por ejemplo, aunque existen convenios que buscan la integración regional, los nicaragüenses son los únicos centroamericanos que deben solicitar visa para poder entrar a Costa Rica. Y aunque la mayoría de países tiene un permiso de 90 días libres de permanencia, a los centroamericanos solamente se les conceden 30 días, a veces menos.
Obtener la residencia en Costa Rica tampoco es un proceso sencillo. Puede tardar, literalmente, años. Y obtener un permiso de residencia no implica obtener, de automático, un permiso de trabajo, que fue lo que me ocurrió a mí y lo que me obligó a regresar a El Salvador.
En este sentido, la existencia de diversas organizaciones civiles y ONG que luchan por el bienestar de las migrantes en Costa Rica son la gran esperanza para lograr la creación de leyes y convenios binacionales que garanticen a estas mujeres mejores condiciones de vida y trabajo.
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