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No blogueamos. No tuiteamos. Nos tomamos nuestro tiempo.

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Clase de lógica

 

Clase de lógica

Una clase de lógica: la producción académica en juego. Foto tomada por el autor.

 

Abstract:

For the past three months a teachers’ strike has been taking place in Brazil. The movement has spread and reached 57 of the 59 federal universities.  According to the media, the reason for the strike has been a problem with teachers’ salaries: the government has established a salary scale of 17 levels. Teachers say that in this scale, it will be impossible to achieve the highest level: the multitude of requirements (amongst them, to get points for research and publications), make it impossible that in less than 30 years, a new teacher becomes a full professor, which is the top of the scale.

Although these arguments may superficially imply that this is strictly a matter of work, these hide a much deeper structural and more global problem. This is the effect of a particular international division of labor, that has been occurring in recent years in the academia: the application of a science and technology policy, supported by  particular international norms is imposed and determined by a few companies of knowledge management, that have institutionalized specific criteria for the publication and dissemination of knowledge.

 

Desde hace cerca de 3 meses se desarrolla en Brasil una huelga de profesores que se ha ido extendiendo hasta alcanzar a 57 de las 59 universidades federales en todo Brasil. La noticia no ha trascendido, quizás porque no ha ido acompañada de marchas masivas ni de protestas en las calles. Sin embargo, la situación es compleja y no se vislumbra un pronto acuerdo.

El motivo de la huelga, como ha sido presentado en los grandes medios, ha sido un asunto de sueldos y de nivelación salarial de los profesores federales: el gobierno ha establecido una escala profesoral de 17 niveles. Los profesores señalan que en los términos en que está planteada esta escala será imposible alcanzar el máximo nivel, toda vez que la multitud de exigencias (puntos otorgados por investigación y publicaciones) harán imposible que en menos de 30 años un profesor que ingresa a la carrera docente pueda convertirse en profesor titular, techo de la escala.

Si bien estos argumentos dieran la sensación que se trata de un asunto estrictamente laboral, esconden un problema estructural mucho más profundo y mucho más global. Se trata del efecto de una particular división internacional del trabajo que ha venido dándose en años recientes en el medio académico. No sólo en Brasil, sino en otros países de América Latina, ha venido implementándose una política de ciencia y tecnología bajo el amparo de una normatividad internacional, que a su vez es impuesta y determinada por una serie de empresas que han ido institucionalizando unos criterios específicos de publicación y de gestión del conocimiento. La holandesa Elseiver, por ejemplo, ha estado recientemente en el ojo del huracán, al ser denunciada por un movimiento de académicos de Harvard por hacer del conocimiento un objeto de comercio, totalmente restringido no sólo a los académicos mismos, sino a la sociedad en general. Si bien este sea el caso mas conocido, existen otros más sutiles.

En términos generales, para que a un profesor le sea reconocida su producción académica esta debe darse bajo unas condiciones de calidad evidentes, con lo que todos están de acuerdo. Sin embargo, en aras de esta calidad, se están aplicando una serie de estándares que resultan particularmente complicados y difíciles de entender. Por ejemplo, un texto de trabajo que circula sobre los criterios de evaluación académica en Colombia, señala que para que un libro resultado de investigación sea reconocido debe ser avalado, en primer lugar, por el Book Citation Index, creado por una empresa anglo-canadiense dedicada tradicionalmente a la venta de información financiera llamada Thompson Reuters, que sólo indexa ¡libros en inglés! De otra parte, para que un investigador publique sus trabajos en una revista científica indexada de reconocimiento internacional debe pagar alrededor de 800 dólares para que su trabajo sea considerado para ser evaluado, a su vez, por unos pares académicos contratados para ello,  y, de ser aprobado, debe someterse a turnos de espera de publicación que, en los casos más expeditos, pueden ser de tres a cuatro años. Entre tanto, los puntajes otorgados por publicaciones en revistas científicas nacionales son exiguos (de una tabla de 100 puntos otorgan entre 10 y 15). Esto sin contar con que en estos estandares el libro, como producto cultural  y académico, recibe menos puntaje que un artículo, pasando a un segundo plano en beneficio del negocio formulado por estas empresas de la gestión de la información. Esta situación ha generado una presión tal entre los docentes e investigadores por publicar y exhibir resultados, que ya empieza a dar sus absurdos resultados: el caso reciente de un profesor japonés que publicó 172 artículos, todos ellos falsos, a pesar haber superado los supuestos filtros de evaluación y calidad.

En el caso particular de Brasil la CNPq, institución encargada de velar por la calidad de la investigación y la innovación tecnológica, ha ido un poco en contravía de estas determinaciones y ha promulgado normas en las que se exige la difusión de los avances en investigación en medios que trasciendan las publicaciones exclusivamente académicas (periódicos y revistas de circulación masiva). Sin embargo, no ha sido así por parte del Ministerio de Educación, cuyas políticas en Ciencia y Tecnología, han llevado a la huelga a los profesores federales.

Un movimiento en contra de la pretendida productividad científica, y que se ha ido ampliando progresivamente, fue iniciado en la Universidad de Berlín por el profesor Eugene Gardfield, y tiene por nombre “Slow Science”. El movimiento tiene entre sus objetivos centrales promover la idea de que la investigación y la producción de conocimiento es una tarea que no puede estar sometida a las mediatez y a la estandarización de la producción industrial, la “Mcdonalización del saber” como es mencionada en su manifiesto. Quizás sea esta la oportunidad para que las instituciones encargadas de promover el desarrollo científico en Brasil y en América Latina, se apropien de su lema: “Somos científicos. No blogueamos. No tuiteamos. Nos tomamos nuestro tiempo”.

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oscarguarin

PHD student of Social Sciences at the UNICAMP in Brazil. Bachelor’s degree (1995), and Master in History (2004). Assistant Professor at the History Department of the Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.