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Percepciones sobre la actual democracia boliviana

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Toma de posesión del Presidente Evo Morales en Bolivia

 

Toma de posesión del Presidente Evo Morales en Bolivia

Toma de posesión del Presidente Evo Morales en Bolivia. Foto de la Presidencia de la República del Ecuador en Flickr, CC BY-NC-SA 2.0

Abstract: After two dictatorial periods in the seventies and in 1980-81, Bolivia started a new democratic period. Since then the following governments and politicians have fought to maintain the best democracy possible always in the search of better representation. Since the start of the first term of the Evo Morales presidency an important political change has taken place. Much needed reforms took place in the first years of his government and the changes are visible and some of them definite. However, there has been an excessive use of the justice system to undermine the opposing politicians so that the people nowadays fear for their constitutional rights and guarantees. The violent repression of the indigenous march in defense of the National park and Indigenous Territory (TIPNIS) in September 2011 is an example of the progressive loss of guarantees and the authoritative trace this government is taking.

Bolivia tuvo dos períodos dictatoriales en su historia independiente, entre 1971 y 1981. Esta historia reciente ha generado que la actual clase política boliviana tenga la experiencia de la dictadura, y los que hemos nacido en democracia crecimos con el discurso anti dictadura y represión desde la cuna. Esto ha generado una conciencia del innegable valor de un gobierno democrático y a la vez refrescó la necesidad de luchar por mayor representatividad democrática e incluso la posibilidad de realizar cambios constitucionales.

El ascenso al gobierno por parte de Evo Morales fue, en gran medida, una respuesta a estas luchas y a la búsqueda de una democracia con alta participación indígena. La nueva constitución aprobada en 2009, junto con otro tipo de medidas políticas y económicas, traía consigo la promesa de un gobierno democrático de cambios profundos.  Sin embargo, ya desde el año 2008 las persecuciones políticas y la judicialización de la justicia se volvieron cosa aparente. Se percibe en general un uso indiscriminado de la justicia para anular cualquier pensamiento divergente mediante la privación de la libertad (en esto están dos alcaldes, un gobernador y un ex presidente del Banco Central, por nombrar algunos). Sin embargo dichos casos no han conseguido la total afiliación popular ya que se trata de represalias políticas en las que no toda la población participa y en las que siempre hay aspectos difíciles de interpretar, especialmente porque estos casos, como otros tantos, no se han procesado correctamente, generando una total desconfianza en el sistema judicial boliviano.

El caso que sin lugar a dudas ha generalizado la sensación de inseguridad provocada por el gobierno es el del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure). Hace un año aproximadamente la población del Parque empezó una marcha de tres meses hasta la ciudad de La Paz como manifestación de su rechazo a la carretera que pretende construir el gobierno a través de su territorio (que es reserva natural y territorio indígena). El 25 de septiembre de 2011,  pobladores de Yucumo bloquearon el camino para que la marcha no continuara su camino. Bloqueo que luego fue sostenido por policías. Se impidió el acceso de agua y alimentos a los miembros de la marcha, ancianos, mujeres y niños incluidos. Como respuesta a una supuesta agresión de la marcha, la policía procedió a reprimir a los marchistas, golpeándolos y persiguiéndolos por el monte. Forzaron a los indígenas a subir a buses y a ser llevados a la ciudad de Rurrenabaque para luego llevarlos en avión a sus lugares de origen. Los habitantes de Rurrenabaque y los indígenas takanas se organizaron y  lograron resguardar a los marchistas de sus captores.

“Me querían subir a la fuerza a una camioneta, pero no dejé que me tocaran porque les dije que debían respetar mis derechos. Estuvimos varias horas sin comer. En el bus había un bebé que lloraba de hambre y ni siquiera querían que busquemos leche para darle de comer. En Rurrenabaque, ya en el aeropuerto, querían separarnos hombres y mujeres, pero las mujeres gritamos y no los dejamos”, (testimonio de Dolores Muiba, Asambleísta departamental del Beni, publicado por la Fundación Tierra).

La marcha se reorganizó con el apoyo masivo de la población boliviana y retomó su camino hasta la ciudad de La Paz donde tras varios días de vigilia el gobierno aprobó la ley corta 180 mediante la cual se protegía el territorio del TIPNIS. Poco tiempo después el gobierno aprobó una consulta acerca de la voluntad de los pobladores del TIPNIS de que se construya el camino. Esto ya era insultante si consideramos que la marcha se hizo para manifestar justamente que NO se quería el camino. La consulta está ahora en su etapa final y a nadie le sorprenden las declaraciones del gobierno de que la consulta ya avala la construcción del camino.

Todo este proceso no ha hecho más que atropellar los derechos humanos y civiles de la población, desde la violenta represión que sufrieron los marchistas, hasta el poco respeto que muestra el gobierno hacia la petición de esta población al emitir una ley que fácilmente se desechó para realizar una consulta, ahora popularmente llamada “póstuma”, para avalar algo que ya estaba planificado, el camino a través del TIPNIS. Es decir, el gobierno nos mostró su verdadera actitud en la represión indígena y ahora, tarde, intenta convencer a la opinión general de que la consulta y el camino son buenos y pacíficos. El daño está hecho. Como si fuera poco, el Ministro de Gobierno responsable por los hechos del 25 de Septiembre de 2011 nunca dio explicaciones del hecho y ahora será enviado como representante de Bolivia ante las Naciones Unidas. En este caso no hay un exceso de judicialización, al contrario, no se ve la justicia por ningún lado, siendo que la autoridad responsable no ha sido llamada a responder por estos hechos. Así es como en Bolivia las leyes están de adorno y los juzgados son el chivo expiatorio del gobierno.

A pesar de todo esto, y de que estos miedos parecen cundir lentamente en la población, hay una suerte de fe en la joven democracia boliviana. Yo personalmente percibo que la gente no ha perdido la esperanza de que un proceso democrático puede detener estos abusos o bien perpetuarlos. Por lo tanto la participación política debe aumentar. Todavía no lo vemos, la oposición está tímida por obvios motivos. Sin embargo todos creemos que nuestra democracia, aunque joven y compleja, puede resistir las turbulencias cotidianas de nuestra tierra, porque nosotros podemos resistir, porque son muchos siglos de luchas que no se pueden echar por la borda.

 

Para más detalles:

Documental Detrás del TIPNIS

http://www.youtube.com/watch?v=oa0vUZhwRFA

 

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